Al doctor Peña
Susana Canosa
Dedico estás palabras de agradecimiento al doctor Peña Guitián, pediatra en el hospital clínico de Santiago.
Toda una vida profesional dedicada a la pediatría, referente internacional en su profesión y formación de profesionales en Galicia, y, sobre todo, a la investigación y cuidados de los niños.
La semana pasada me entero de su fallecimiento, a los 98 años y vienen a mí, recuerdos de niñez, allá por el año 1974, cuando la sanidad aún no estaba tan avanzada, ni existían estas nuevas tecnologías y pruebas de diagnóstico en dolencias, en las que casi no se investigaban y llevaban a convivir con la incertidumbre y agonía de no saber lo que se padecía.
Pues bien, 51 años después, doy fe de lo meritorio de su paso por la sanidad.
El 1 de abril de 1974, nace el cuarto hijo, en este caso niña, en el seno de una humilde familia de Bueu. Acogida, con el amor inmenso, que solo unos padres pueden dar y con la alegría de aquellos hermanos, que se desmembraban por tenerla en su regazo. Pasan los días, los meses y esa madre nota que aquel Ángel era especial, sin saber el por qué... pero su instinto maternal le avisaba de que allí pasaba algo... Ocho meses de arduo sufrir, entre médicos, hospitales y carreras a contra reloj, para auxiliar a su pequeña.
Caso omiso le hacían cada vez que aparecía con su pequeña... La tildaban de «hipocondríaca» con su hija. Cansados de tantas idas y venidas le diagnostican ceguera... (que fácil verdad?)
“Miña filla non está cega, niña filla levame coa mirada, milla filla non é coma os irmáns, criei tres… niña filla non ten “rexo”, clamaba con desesperación aquella madre...
Clamores al aire... Era una mamá hipocondríaca (hay si supieran por lo que ella había pasado y pasaría más adelante, hipocondriaca decían...). Con ocho meses de lucha encima, les llega a sus oídos el nombre de un pediatra, allá en Santiago de Compostela: don José Peña Guitián.
Sin dudarlo dos veces (teniendo en cuenta que por aquella época no se derivaba a los pacientes como hoy día y no había las facilidades de las que hoy se dispone y menos de recursos económicos de una familia humilde y con cuatro hijos de corta edad) viajaron con su niña en brazos buscando respuestas. Pues, si, sin tanto avance como en estos tiempos, en aquella consulta, hay un diagnóstico...un diagnóstico acorde a lo que aquella madre reflejaba en sus explicaciones...Parálisis cerebral por falta de oxígeno al nacer...si señores, fue el doctor Peña Guitian, quien supo realmente lo que padecía y además por negligencia médica a la hora de su nacimiento.
Sí, fue un jarro de agua fría para aquella familia, pero a la vez fue una luz en el camino de cómo afrontar aquella situación. Hipocondriaca le decían. Por ello, agradezco a este hombre, lo aportado a mi familia, a mis padres, y a mí pequeña hermana,
Su profesionalidad y el haber escuchado, sin defenestrar, la intuición de una madre.
Por último, decir, que toda la información que dio, en aquellos momentos, con el paso del tiempo, así ocurrió hasta el día de hoy.
La única pena, es que aquel Ángel no tuvo tiempo a verificarlo en su pequeño cuerpo... Pero si el alivio de que sus padres supiesen el por qué.
Que su legado y ejemplaridad perdure en las nuevas generaciones médicas y profesionales de la sanidad.
D.E.P. doctor Peña.
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