Las bateas de O Morrazo registran el año con menos cierres desde 2008

Por segundo ejercicio consecutivo no hubo ningún polígono que superase los 200 días de clausura | El reverso negativo es que hay menos afloramientos y fitoplacton en las rías

Bateeiros trabajando ayer en la descarga en el puerto de Bueu.

Bateeiros trabajando ayer en la descarga en el puerto de Bueu. / Gonzalo Núñez 

El recién finalizado año 2024 será a buen seguro uno de los mejores en la historia reciente del sector mejillonero de O Morrazo. Las sensaciones de los bateeiros durante la pasada campaña de Navidad eran más que positivas y ahora el Instituto Tecnolóxico para o Control do Medio Mariño (Intecmar) apuntala esas impresiones. Las estadísticas corroboran que 2024 ha sido el año con menos días de cierre por biotoxinas en las bateas de la comarca desde 2008.

Los datos reflejan que todas las bateas de la ría de Vigo estuvieron por debajo de los 100 días de cierre: el máximo lo marca el polígono Cangas F (en Barra) con 94 días y el mínimo los Redondela A y E con 14 jornadas. Los Redondela B, C y D no estuvieron cerrados ningún día.

Lo mismo se puede decir de los dos polígonos de la ría de Aldán, algo que en este caso es mucho más raro: la extracción de mejillón en las zonas Cangas A y Cangas B estuvo clausurada solo 70 y 78 días respectivamente.

Solo los viveros flotantes de Bueu superan la barrera del centenar de jornadas de cierre, pero muy lejos de las clausuras de otros años. Los polígonos bueueses oscilaron entre los 134 días del Bueu B (en Beluso) y los 147 del Bueu A1 (entre Agrelo y Lapamán). Solo fueron superados por los 155 días del Muros C , los 236 del Camariñas A y los 263 del Baiona A. No obstante, son registros más que positivos en una zona donde es habitual rebasar las 200 jornadas de cierre y llegar incluso a las 300. Una tendencia que ya se vislumbraba en uno de los veranos más atípicos para el sector mejillonero de Bueu.

Las estadísticas del Intecmar correspondientes a 2024 dejan otro dato significativo: es el segundo año consecutivo en el que no se llegan a los 200 días de cierre en ninguno de los polígonos bateeiros de O Morrazo. Otra situación que se puede considerar excepcional en los últimos años. Entre 2011 y 2022 siempre hubo una o más zonas de producción que contabilizaron más de 200 días de cierre por culpa de las biotoxinas. Una tendencia que se rompió en 2023.

Maniobras de descarga de mejillón, ayer, en el puerto de Bueu.

Maniobras de descarga de mejillón, ayer, en el puerto de Bueu. / Gonzalo Núñez

Una situación que encierra una difícil paradoja

Esta situación pone al sector y, en un sentido más amplio, a la sociedad en general ante una paradoja. Que haya menos días de cierre permite trabajar a los bateeiros con tranquilidad y sin los agobios de prolongados periodos de clausura que pueden significar su asfixia económica. Pero también hay un reverso negativo. El descenso en los cierres en las rías gallegas está directamente vinculado a una disminución de los afloramientos de fitoplacton y de las conocidas como mareas rojas, que en realidad contienen numerosos nutrientes esenciales para el crecimiento del mejillón. Y esto es una consecuencia directa del calentamiento del agua del océano.

En el año 2023 el sector mejillonero ya se encontró con un problema en pleno verano debido a la falta de fijación del mejillón a las cuerdas, lo que provocó su desprendimiento y grandes pérdidas. Y el molusco que permanecía en las bateas tenía un crecimiento más lento y un tamaño inferior a lo que sería habitual.

La situación a lo largo de 2024 registró una mejoría, pero con matices. Desde el sector reconocen que no tuvieron que lamentar los desprendimientos de mejillón del año anterior, pero el tamaño del bivalvo sigue sin ser el de costumbre. «Hubo momentos que el mejillón estaba flaco y no cogía carne porque no había placton en las rías. La situación comenzó a mejorar a finales de 2024, con un mejillón con más carne y un mejor rendimiento», explican fuentes científicas acostumbradas a trabajar con el sector bateeiro.

La disminución del tamaño y del rendimiento en carne del mejillón gallego por la falta de nutrientes no es una cuestión baladí. Se trata precisamente de una de sus principales señas de identidad y de uno de los rasgos diferenciales con respecto a sus principales competidores, como el bivalvo procedente de Chile. «El descenso en los días de cierre en las rías y el calentamiento de las aguas deben servir como una llamada de atención», advierten las fuentes consultadas.

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