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El descenso de toxinas reduce el cierre de bateas a menos de 200 días por primera vez en 12 años

La ría de Pontevedra sigue siendo la más afectada y los polígonos de Bueu estuvieron clausurados entre 186 y 161 jornadas / La cara negativa de esta situación es que se reduce la entrada de nutrientes a las rías

Bateeiros de Bueu, trabajando ayer a bordo de los barcos en la limpieza de las cuerdas del mejillón.

Bateeiros de Bueu, trabajando ayer a bordo de los barcos en la limpieza de las cuerdas del mejillón. / GONZALO NÚÑEZ

O Morrazo/Arousa

El año 2023 fue positivo para el sector bateeiro de O Morrazo, por lo menos desde el punto de vista de los días en los que todos los polígonos estuvieron abiertos y permitieron la extracción y venta del mejillón. Por primera vez desde hace 12 años ninguno de los sectores de cría de bivalvo estuvo cerrado más de 200 jornadas, según los datos del Instituto Tecnolóxico para o Control do Medio Mariño (Intecmar). Un dato que refleja una clara reducción de las biotoxinas, una circunstancia que se notó en todas las rías gallegas, pero que también tendría un lado negativo: la disminución de nutrientes debido a las temperaturas del agua del mar, inusualmente altas. El descenso en el número de días de cierre permitió a su vez que todos los polígonos mejilloneros estuviesen abiertos desde noviembre y plenamente operativos para la campaña navideña, que es la época de más ventas para el sector.

La explicación al descenso de toxinas se vincula con las altas temperaturas del agua y en la escasez de afloramientos costeros. De ahí que entrase en las rías una menor cantidad de fitoplancton portador de biotoxinas, lo que conlleva menos nutrientes y esa podría ser una de las razones de un crecimiento más lento por parte del mejillón. Ya en el verano los bateeiros de las rías de Vigo y Pontevedra advertían de que el bivalvo presentaba un tamaño inferior al habitual, lo que a su vez provocó una gran cantidad de desprendimientos de las cuerdas.

La ría de Pontevedra, como es habitual, volvió a ser la más castigada por las toxinas. Pero mucho menos que en años precedentes. Aquí se ubican los tres polígonos de Bueu. El Bueu B, frente a Beluso, es el que más días estuvo cerrado, llegando a los 186. Por detrás se sitúan las otras dos zonas de producción del municipio, los sectores Bueu A1 y Bueu A2 –entre Agrelo y Lapamán, que suman alrededor de 120 viveros flotantes– y que estuvieron clausurados 175 y 161 días respectivamente.

Un bañista nada el domingo por delante de uno de los polígonos bateeiros entre Agrelo y Lapamán.   | // GONZALO NÚÑEZ

Un bañista nada el domingo por delante de uno de los polígonos bateeiros entre Agrelo y Lapamán. / GONZALO NÚÑEZ

Estos datos ya reflejan una clara disminución de los cierres con respecto a 2022, que oscilaron entre las 203 jornadas del Bueu B y las 233 del Bueu A1. La circunstancia de que los polígonos bateeiros de Bueu bajen de los 200 días de cierre se ha convertido en algo casi inaudito. De hecho es algo que no sucedía desde 2010. En aquel año la incidencia de las biotoxinas aún fue menor que en el reciente 2023, con “solo” 147 días de cierre en los tres polígonos.

A partir de entonces los cierres se dispararon, siempre por encima de las 200 jornadas. Las situaciones más extremas se registraron en 2016, con 296 días en el Bueu A2. O más aún en el año 2020, en el que el Bueu B llegó a las 301 jornadas de cierre y los Bueu A1 y A2 a las 298. Unos datos que apuntalan ese dicho que existe entre el sector bateeiro de que “la ría de Pontevedra siempre es la primera en cerrar por la toxina y la última en abrir”.

El Intecmar incluye a la ría de Aldán dentro del ámbito de la ría de Pontevedra y los polígonos Cangas A y B están habitualmente entre los más afectados por las toxinas y los cierres. En el recién acabado 2023 lograron bajar de la barrera de los 200 días y se quedaron en 125 y 158 respectivamente. Una situación que se repite por tercer año consecutivo porque en 2022 las bateas estuvieron clausuradas 120 y 172 jornadas, mientras que en el año 2021 llegaron a los 140 y 197 días respectivamente.

La ría de Vigo suele sufrir menos los efectos de las toxinas, pero con matices. La situación es diferente entre las zonas de producción ubicadas en la bocana –Cangas F, G y H, que se corresponden con Barra, Liméns y Areamilla– y las situadas hacia el interior, como en Tirán, Meira o Domaio.

Los polígonos de la parte externa están más expuestos a las toxinas y es frecuente que los cierres acumulados a lo largo del año superen los 200 días. Sin embargo, suman ya tres ejercicios consecutivos por debajo de ese umbral. No solo eso, sino que en 2023 estuvieron incluso por debajo de los 100 días: fueron 95 en Barra, 78 en Liméns y solo 44 en Areamilla. Nada que ver con el año 2020, en el que se movieron entre las 238 jornadas de Barra y las 182 de Areamilla. O con el ejercicio 2019, con 236 y 204 días de cierre. O los años 2015 y 2016, con un cierre mínimo de 216 jornadas y uno máximo de 258.

Los tres polígonos bateeiros emplazados en el litoral de Moaña habitualmente sufren menos las consecuencias de la toxina. Los datos del Intecmar corroboran que en 2023 recibieron la orden de cierre menos de 45 días: 43 jornadas en el Cangas D (en Meira), 23 el Cangas C (en Tirán) y solo 6 el Cangas E (en Domaio).

Diarreica, amnésica y paralizante

Al analizar los cierres de bateas en función del tipo de toxicidad se comprueba que en buena parte del año pasado coincidieron en el tiempo distintos tipos. De ahí que el Bueu B, con 186 días totales de cierre, aparezca con 181 jornadas de toxinas lipofílicas y 31 de paralizante. De entre los que tuvieron un poco de todo puede citarse el Muros C, con 137 días de incidencia de toxina amnésica (ASP) durante todo el ejercicio, 159 en los que se registraron altos índices de diarreica (DSP) y 137 jornadas afectado por la paralizante (PSP), para completar así 159 días totales de inactividad.Otro buen ejemplo de lo que puede deparar este cóctel de biotoxinas está en el Cangas F, ya que sus bateas permanecieron 14 días afectadas por la ASP y 81 castigados por las lipofílicas, pero ni uno solo por la paralizante. Sin embargo, el Cangas D tuvo 7 días con incidencia de amnésica, en mayo, 30 de lipofílicas –en abril, septiembre, octubre y noviembre– y 6 de paralizante –mayo–, para completar 43 días de cierre total. El Vigo A fue otro de los polígonos salpicados por los tres tipos de toxinas, con 19 días de cierre acumulados por PSP, 20 por DSP y 4 por ASP.

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