La travesía de una pareja suiza hacia Alaska

Amélie Roy y Karel Skala amarran en el puerto deportivo moañés con su velero de aluminio "Qif"

Amélie Roy y Karel Skala en el timón del velero "Qif" en el puerto deportivo de Moaña.

Amélie Roy y Karel Skala en el timón del velero "Qif" en el puerto deportivo de Moaña. / Santos Álvarez

Él es ingeniero y cirujano suizo de 62 años y ella, enfermera canadiense de 41. La pareja formada por Karel Skala y Amélie Roy llegó este pasado lunes a Moaña a bordo de su imponente velero, con casco de alumnio, “Qif”, procedente de Benodet, en la Bretaña francesa. Fue la primera travesía del velero gris, de 69 pies de eslora (unos 20,5 metros) para iniciar la aventura de sus vidas y el gran sueño de Amélie, que les llevará a Alaska, en el Polo Norte. El casco se ha preparado para combatir las capas de hielo del Ártico, a lo largo de un proyecto emprendido hace doce años

“Si puedes mantener la cabeza en su sitio cuando todos a tu alrededor la pierden y te culpan a ti...

Si puedes apilar todas tus ganancias y arriesgarlas a una sola jugada; y perder, y empezar de nuevo desde el principio y nunca decir ni una palabra sobre tu pérdida...

Si puedes llenar el implacable minuto, con sesenta segundos de diligente labor Tuya es la Tierra y todo lo que hay en ella, y —lo que es más—: ¡serás un Hombre, hijo mío!”.

Son algunas de las estrofas del poema “If” (‘Si’) del escritor inglés Rudyard Kipling, autor de El libro de la selva, que han inspirado a Amélie Roy y a su marido Karel Skala para darle nombre a su velero “Qif”, cuya primera letra honra al país natural de ella Canadá y la ciudad de Quebec. El “Qif” llegó esta semana a Moaña, al puerto deportivo Moaña Mar, en donde permanecerá unos días, para seguir una travesía con escalas previstas en Canarias, Caribe y Canadá hasta su destino final en Alaska, en medio de las gélidas aguas del Ártico.

Una vista del velero de aluminio, con bandera de Suiza, amarrado en "Moaña Mar".

Una vista del velero, con casco de aluminio y bandera de Suiza, amarrado en el puerto de "Moaña Mar". / Santos Álvarez

Por eso que el velero, de 69 pies (unos 20,5 metros de eslora) y con pabellón de Suiza, en donde ambos residen, se ha construido todo en aluminio para romper las placas de hielo que estos aventureros del mar se van a encontrar. El potente velero gris no pasa desapercibido entre los barcos que llenan las 400 plazas (40 para tránsito) de este puerto deportivo de Moaña que, bajo la presidencia de Gustavo Rodríguez Abal, está afrontando una nueva etapa y mejoras de gran inversión es sus pantalanes y dique de abrigo.

El ingeniero que diseñó el velero, en un viaje suyo a Alaska.   | // FDV

El ingeniero que diseñó el velero, en un viaje suyo a Alaska. / Fdv

Ayer por la mañana Amélie realizaba labores de mantenimiento en la bañera del velero y respondía amablemente a las preguntas, mientras que su marido, más reacio a las cámaras, trabajaba en el interior. Ella lo hacía con la ayuda del moañés Manuel Núñez “Lolo”, que hace de traductor de francés, y a través del cual llegaron al puerto deportivo. En Moaña Mar, “Lolo” Núñez suele navegar con un tripulante inglés, propietario del velero “Bip Bip”, que es amigo de la pareja y que lleva varios meses residiendo en el municipio, a bordo de su barco.

Arriba, con el moañés Manuel Núñez “Lolo”. Abajo, una vista del interior del barco. A la dcha., al llegar a Moaña, varado en la playa junto al puerto.   | // S.Á.

Arriba, con el moañés Manuel Núñez “Lolo”. / Santos Álvarez

Esta mujer, nacida en Canadá, pero afincada en Suiza en donde trabajaba de enfermera, asegura que vivían en un pequeño apartamento de 28 metros cuadrados y decidieron vender todo y realizar la inversión de sus vidas en la construcción de este barco. Su marido Karel Skala, de 62 años, que es ingeniero y cirujano, ya realizó, en los años 90, la vuelta al mundo en otro velero, en aquella ocasión en uno más pequeño de 12 metros, y le prometió a Amélie cumplir su sueño de surcar el mar, sentir esa libertad y viajar hasta Alaska.

Desde Moaña en barco al Polo Norte

El velero varado días atrás en la playa junto al puerto deportivo de Moaña. / Fdv

Ella asegura que como canadiense le gustan los lugares muy fríos y ahí comenzó el inicio de esta aventura que se puso en marcha la semana pasada en la Bretaña francesa. Tras un largo período de 12 años, el velero, que construyó el ingeniero naval Jean François André, y en cuyo diseño volcó toda su experiencia como navegante y la de un año en Alaska, estaba preparado para zarpar.

Este lunes pasado llegaron a Moaña tras dos días consecutivos de travesía, sin paradas intermedias, desde la localidad de Benodet, en la Bretaña francesa. Fue la primera gran travesía para el “Qif” como para Amélie, que asegura que resultó bien, aunque levanta las cejas al recordar el viento de hasta 35 nudos.

Desde Moaña en barco al Polo Norte

Desde Moaña en barco al Polo Norte / Fdv

Impresionados de las Cíes

Recuerda la llegada a España y cómo fue cambiando el relieve con la silueta de las montañas. Reconoce que fue impresionante ver el relieve de las islas Cíes cuando entraron en la ría de Vigo, de la que asegura sentirse maravillados.

En la hoja de ruta de esta pareja suiza no hay fechas marcadas en el calendario. Cuando a ella se le pregunta cuándo esperan llegar a Alaska, hace un gesto de incertidumbre. No se puede ir siempre, si hay mucho hielo no se puede cruzar y también depende de la situación del país, señala Manuel Núñez traduciendo a esta mujer que señala que el barco tiene mucha autonomía y dispone de una quilla abatible para poder varar en las playas. Dentro tiene todas las comodidades, incluso más, de las de cualquier vivienda en tierra, con dos grandes camarotes, cocina, zona de estar.

La cocina del barco.

La cocina del barco. / Fdv

En unos días, la pareja soltará amarras para continuar la ruta hacia las islas Canarias y esperar a las mejores condiciones meteorológicas para cruzar el Atlántico hacia el Caribe. Toda su vida está a bordo del “Qif”, un velero cuyo coste podría rondar los 3 millones de euros, debido a su casco de aluminio y su diseño para soportar las temperaturas bajo cero del Ártico. En Moaña, por el momento, disfrutan de un clima benigno, incluso ayer con sol y buenas temperaturas, que les invita a visitar los alrededores. Manuel Núñez ya les llevó a la Caracola de Donón para ver desde tierra toda la Costa da Vela.

Suscríbete para seguir leyendo