Vendedores del mercadillo ambulante de Cangas sufrieron ayer las consecuencias del agua por partida doble: la que llegaba del cielo y la que se acumulaba en tierra por el atasco de sumideros entre la plaza de abastos y la calle Eugenio Sequeiros debido a la acumulación de hojas y maleza. Al menos dos de las afectadas aseguran que su puesto de plantas y flores quedó encharcado por problemas en el aliviadero de pluviales y pidieron soluciones al Concello, “que nos remitió a la empresa concesionaria” del servicio integral.

“No es de recibo que tengamos que hacer este trabajo nosotras”, abundaron estas vendedoras mientras retiraban, bajo los vehículos aparcados, los residuos que obstruían las rejillas de pluviales.