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Mario Soliño Millán | Científico titular en el Instituto de Investigaciones Marinas del CSIC en Vigo

“La sociedad experimentó una pérdida de bienestar con el desastre ecológico del ‘Prestige’”

El cangués, doctor en Economía, participa en las Xornadas Luis Asorey, en Lugo, con una ponencia sobre Red Natura

Mario Soliño Millán, entre libros de compañeros sobre efectos del ‘Prestige’ y Red Natura. | // FDV

Hijo de marinero y conservera de Cangas, Mario Soliño Millán tuvo la oportunidad de realizar su doctorado en Economía en la Universidad de Vigo y dedicarse a lo que más le gustaba que es la investigación en economía ambiental. Tras casi 15 años trabajando en el Centro de Investigación Forestal del Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA) y profesor en la Universidad Complutense de Madrid, regresó a Galicia, cerca de su casa y del mar. En 2021 se incorporó la Instituto de Investigaciones Marinas del CSIC en Vigo , en donde es científico titular. Este próximo martes participa como ponente en las XXXIII Xornadas Luis Asorey “O capital natural e os servizos ecosistémicos. A nova base da economía” que organiza la Real Academia Galega de Ciencias en Lugo con la “Valoración economíca das externalidades de Red Natura en Galicia, en el que destacará la importancia del Banco de Galicia, la montaña submarina en donde se hundió el petrolero “Prestige”, de cuyo desastre se cumplen 20 años. El Banco está integrado en los espacios protegidos de Red Natura desde 2014.

–¿Cuál es la situación del Banco de Galicia?

–No puedo responder sobre el estado ecológico porque no soy biólogo, pero sí que tenemos información más precisa que ha contribuido a que haya pasado a formar parte de la Red Natura 2000.Es un espacio marítimo, situado a 180 km de nuestra costa y cuyo valor está asociado a su existencia y no a su uso recreativo. Es muy poco conocido por la ciudadanía, pero muy estudiado por los científicos.

–¿Por qué su importancia?

–Es una montaña submarina que induce cambios en las corrientes marinas de fondo, y un consiguiente aumento de la productividad en esta área de mar abierto. Además, presenta una alta biodiversidad asociada de corales y esponjas, representando un hábitat de arrecifes a conservar. Esa riqueza hace que en este espacio se favorezca la presencia de peces demersales y bentopelágicos, así como el aumento de especies visitantes como tiburones pelágicos, túnidos, cetáceos, tortugas y aves marinas. Los humanos no visitamos el Banco de Galicia, pero aporta multitud de beneficios externos.

–¿Se ha bajado al banco para ver cambios tras el desastre del “Prestige”? ¿Se debería bajar?

–Hace unos días leí una entrevista al respecto a un compañero de trabajo del Instituto de Investigaciones Marinas del CSIC, Antonio Figueras, quien fue uno de los integrantes del comité de expertos que se conformó tras el hundimiento del Prestige. Decía algo que me parece muy acertado: “de vez en cuando echarle un vistazo estaría bien”.

–¿Qué valoración haría del desastre veinte años después?

–Como científico debo actuar como un notario, que da fe de lo que los diversos agentes económicos expresan en los mercados (existentes o simulados). Y en ese sentido debo remitirme a los estudios científicos. Todos ellos concluyen que la sociedad experimentó una pérdida de bienestar a consecuencia de aquel desastre ecológico. Si lo ponemos en euros, estamos hablando de millones y millones, tanto en pérdidas directas como indirectas. Por suerte, nuestros sistemas ecológicos tienen gran poder de restauración. Eso sí… no debemos llevarlos a umbrales de no retorno y debemos aprender de las lecciones del pasado. 20 años después, ¿lo hemos hecho? Sinceramente, mantenemos nuestro sistema de responsabilidad limitada ante desastres como el del ‘Prestige’ y desde mi ámbito científico seguimos con la sensación de que lo que hacemos (en gran parte con financiación pública) no se incluye de forma adecuada en los procesos de toma de decisiones… por tanto mi reacción no es muy positiva. Pero seguimos trabajando en aras de aportar más y más información científica que contribuya a la gestión sostenible de nuestros recursos naturales y ambientales.

–¿Por qué esta montaña submarina o Banco de Galicia sigue siendo la gran desconocida para la población?

–El “Prestige” supongo que fue clave para generar más información. Pero muchas veces la información científica se queda en informes. Ya no es que no se tenga en cuenta para la toma de decisiones públicas, sino que (más importante para mí) la educación ambiental no ha calado en nuestro sistema educativo. Somos, yo el primero, grandes desconocedores del medio natural que nos rodea. Ya no es que el Banco de Galicia no sea muy conocido, ¡es que la Red Natura tampoco lo es! Todos estos espacios son parte de nuestro patrimonio natural y aportan beneficios diversos, que van desde que en algunos de ellos realizamos actividades recreativas, a otros relacionados con las funciones ecológicas y la conservación de la biodiversidad en sí misma. Todo tiene valor, la sociedad así lo manifiesta y nosotros lo recogemos en nuestras investigaciones de economía ambiental.

–.¿Cómo está Red Natura en Galicia? ¿Se cumple con la protección?

–Se debe cumplir. Decir lo contrario sería una temeridad. Ahora bien, ¿se hace de forma eficiente?, ¿se tiene en cuenta la demanda de la sociedad?, ¿se establecen los mecanismos de compensaciones a las personas que ven limitadas sus actividades en favor de la conservación? Hay mucho que hacer. Todos tenemos claro que el que contamina debe pagar, pero no debemos olvidarnos de que quien genera un beneficio social debería cobrar por ello.

–¿Debería ampliarse Red Natura en Galicia?

–Eso es lo que parece demandar la sociedad. Pero hay que buscar soluciones de compromiso. Con el paso de los años tenemos más espacios naturales protegidos, bajo diferentes figuras de protección, y eso refleja una preocupación social. Las preferencias sociales abogan por ampliar la superficie protegida. Pero deben contemplarse también otros criterios. Debemos preguntarnos si es coste-eficiente ampliar lo que ya tenemos cuando existe aún margen de mejora en los programas de conservación a desarrollar en estos espacios.

“El recuerdo que tengo es limpiando chapapote en Ons”

–¿Cómo vivió como cangués el hundimiento del Prestige?

–Había terminado mis cursos de doctorado y estaba en Madrid. Cuando se hundió justo tenía una conferencia en la que estaba Pablo Campos, un precursor de la economía ambiental en España, actualmente profesor emérito en el CSIC. Era el presidente de la Asociación hispano-portuguesa de recursos naturales y ambientales y ya tenía claro que desde la economía ambiental y de los recursos naturales teníamos que hacer algo. Inmediatamente en Vigo, desde mi grupo de investigación, se pusieron manos a la obra para aportar información científica, al igual que se había hecho con el Exxon Valdez. Albino Prada, quien fue mi director de tesis, fue una de esas personas que, junto a otros investigadores, se involucró muchísimo. Y yo… recuerdo estar ayudando en lo que puede en la organización de un evento científico internacional sobre el ‘Prestige’ celebrado en Santiago de Compostela y, sobre todo, me recuerdo limpiando chapapote en la Isla de Ons… una experiencia que no me gustaría volver a vivir.

–¿Qué políticas ambientales deben cambiar en Galicia?

–Para empezar: desarrollar una auténtica política de educación ambiental. Alguien debería plantearse seriamente las cuestiones ambientales cuando se realizan planes de estudios, adaptaciones curriculares, etc. En un escenario de cambio climático y cambio global como el que nos está tocando vivir, los recursos naturales y ambientales deben pasar a las primeras líneas de actuación política si queremos mantener nuestro Estado de bienestar.

Ficha personal

(Cangas, 1976), es doctor en Economía por la Universidad de Vigo y científico titular en el Instituto de Investigaciones Marinas del CSIC. Profesor en excedencia de la Universidad Complutense de Madrid fue también investigador titular en el Centro de Investigación Forestal del Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA). Tiene acreditados dos sexenios en investigación que centra en la valoración económica de los servicios ecosistémicos.

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