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El peso de la tradición y del pasado marcan el arranque de la sección oficial del FICBueu

El corto de animación ‘Bestia’ brilla con la historia de una torturadora en la dictadura de Pinochet | Notable estreno de ‘Punch-Drunk’, con una gran interpretación de Barry Ward

Proyección de la pakistaní ‘Mulaqat’, ayer, en el Centro Social de Bueu. | // SANTOS ÁLVAREZ

El a veces insoportable peso de la tradición y el inexorable regreso del pasado para trastocar vidas aparentemente felices fueron dos de las principales líneas argumentales de la Sección Internacional del Festival Internacional de Cine de Bueu, en una primera jornada que arrancó con inusitada potencia y propuestas de indudable calidad, sin duda toda una declaración de intenciones de lo que se espera que llegue a lo largo de la semana.

Mulaqat (Tormenta de arena), de Seemab Gul, fue la encargada de levantar el telón con una historia sobre la posible filtración pública de vídeos íntimos, un argumento actual pero tamizado por las constricciones religiosas de una sociedad como la pakistaní, que más que servir de telón de fondo, focalizan el interés del relato. Más aún cuando la protagonista se debate entre la culpa, el miedo, la rebeldía y, sobre todo, la incomprensión hacia una sociedad opresiva y machista en la que, como dice uno de los personajes, la mujer no es más que “una flecha de Satán”. Y todo esto bajo la mirada pura de una adolescente.

No bajó, ni mucho menos, el nivel la británica Punch-Drunk (Grogui), de Larry Ketang y Liam White, con una propuesta que fía buena parte de su éxito a Barry Ward. El actor irlandés lleva sobre sus hombros el peso de un film articulado prácticamente en un plano secuencia de su rostro mientras habla en una cafetería de Marsella con un desconocido al que solamente vemos en la recta final de la cinta. Ward dibuja a cámara toda una paleta de sentimientos, desde la incomodidad inicial a la sorpresa y alegría, antes de un giro de guión.

Es en Punch-Drunk donde ese pasado recordado como idílico sale del cajón del olvido y golpea cuando uno menos lo espera, apuntando con notable economía de medios todas las claves de una historia poderosa que tranquilamente podría finalizar con un “Continuará”.

Mulaqat y Egúngún presentan relatos en el marco de sociedades opresivas

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Tampoco deja a nadie indiferente Bestia, de Hugo Covarrubias, nominado al mejor corto de animación en los Óscar, y que narra la historia de la agente de la policía secreta chilena Ingrid Olderöck, llamada “La mujer de los perros”, y responsable de numerosas torturas durante la dictadura de Pinochet. Construida con la técnica del stop motion y con una estética similar a la de una casa de muñecas, el film plasma a la perfección esa vida cotidiana dentro de la anormalidad inherente a una persona que convertía la tortura y la muerte en sus oficios.

Egúngún, de Oliva Nwosu, retomó la idea de la tradición y de ese pasado que retorna en la historia de Salewa, una emigrante nigeriana en Londres que regresa a su país para el funeral de su madre y que se encuentra con un pasado del que nunca pudo desligarse y con el que pretende quedar en paz. Es una historia de huida, de alguien que ya siente la incomodidad de todo lo que ha dejado atrás por una vida diferente y en teoría mejor, pero en la que falta ese amor de juventud del que no se puede huir porque siempre ha estado dentro de uno mismo.

El colofón a una gran jornada de cine le correspondió a la canadiense Lay me by the shore (Acuéstame en la orilla), de David Finlay. Avalada por su presencia en uno de los certámenes más prestigiosos, como la Berlinale, el corto navega entre la paz y felicidad de la llegada del verano en un tranquilo pueblo y el sufrimiento interior de un protagonista que debe afrontar la pérdida de un amigo. El filme entero se construye en torno a esa dicotomía, a bellas imágenes de una cuidada fotografía y a la tensión no resuelta de un joven, Noah, en busca de encarar un duelo necesario para poder pasar página y continuar con su vida, o de engancharse a esa alegría que parece rodearle por todas partes.

Programa de hoy:

Retrospectiva. El homenaje a la Escuela Oficial de Cinematografía de España continúa con los llamados Años Saénz de Heredia (1959-1963). Se proyectarán los filmes Tarde de domingo, de Basilio Martín Patino; El borracho, de Mario Camus; Sor Angelina, Virgen, de Francisco Regueiro; y El niño de Vallecas, de José Luis Egea. 17 horas, Centro Social do Mar.

Sección Internacional. La segunda jornada de proyecciones dentro de la principal a sección a concurso incluye los cortos Brutalia, ergasimes meres (Brutalia, días de trabajo), de Manolis Mavris; Über Wasser (En tierra firme), de Jela Hasler; Somleng Reatrey (El sonido de la noche), de Chanrado Sok y Kongkea Vann; y O que resta, de Daniel Soares. 19 y 21 horas, Centro Social do Mar.

Coloquio con cineastas. Entre las dos sesiones de la Sección Internacional habrá un coloquio al que asistirá el director de O que resta, Daniel Soares. 20.30 horas, Punto de Encuentro.

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