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Un tiburón peregrino se “enreda” en la dársena de Cangas

El ejemplar medía alrededor de 2,5 metros y fue una atracción matinal para un pueblo que celebra sus fiestas del Cristo

Un hombre, desde su barca, mira al tiburón peregrino. |

El tiburón peregrino apareció poco ante de media mañana por la dársena de Cangas, por el mismo sitio que otros años entran las quenllas, a los que los pescadores están ya más acostumbrados. Fue cerca de las casetas de los marineros, en ese punto en el que antes a media tarde se comenzaba esa pesca que ahora tanto intenta prohibir Portos de Galicia. Debe existir alguna corriente que hace que los tiburones entren por esa zona y se entretengan o se pierda en ella un rato, la misma que también algún delfín despistado utilizaba para sus juegos no hace mucho.

El tiburón peregrino en la dársena de Cangas.

Pero el tiburón peregrino, el segundo más grande de su especie, llamaba la atención. No era una quenlla. Su tamaño impresionaba, a pesar de no ser un ejemplar adulto. Los que advirtieron su presencia y seguían sus escarceos apuntaban que el pez tenía unos 2,5 metros de largo, cuando un ejemplar adulto mide entre los 6 y los 8 metros. Pero su deambular por la dársena del muelle de Cangas atrajo a público, más que muchas atracciones de las ferias que estos días se celebran en Cangas y los marineros expertos de inmediato supieron que se trataba de un tiburón peregrino, una especie que no tiene guerras con el hombre y que es habitual encontrarlo.

Allí estuvo el animal por una hora nadando en medio de pequeñas embarcaciones en las que alguno se subió para apreciar al ejemplar más de cerca. Consiguió encontrar el espacio para salirse de ese laberinto de embarcaciones y piedras y salir otra vez a la ría, con el fin de encontrar el mar abierto.

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