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Un verdadero tesoro al lado del mar de Bueu

Los dueños de la salazón de Mourisca organizan el domingo una nueva visita guiada con la colaboración del Museo Massó

Una vista exterior de la salazón de Mourisca, en Beluso.

La salazón de Mourisca abre de nuevo el domingo sus puertas para una visita guiada y completamente gratuita. Este edificio es uno de los últimos vestigios de la época dorada de la industria de la salazón y de la conserva en Bueu, que en su día llegó a contar con unas 40 fábricas repartidas por su litoral. El edificio, que estaba en un estado ruinoso, fue comprado y restaurado gracias a la iniciativa privada. Ahora, con la colaboración del Museo Massó, se organizan una serie de visitas guiadas para conocer uno de los tesoros del patrimonio industrial de Bueu.

No todos los tesoros vinculados al mar son cofres hundidos en los fondos marinos o enterrados en alguna isla bajo una X después del pillaje de los piratas. Hay tesoros que hablan de nuestra historia, forma de vida y costumbres. Tesoros que son casi un milagro que aún existan y sigan en pie. Un ejemplo es la antigua salazón de la playa de Mourisca, un edificio que data de mediados del siglo XIX y que constituye una verdadera joya de la industria salazonera. Sus actuales propietarios, con la colaboración del Museo Massó de Bueu, organizan este domingo una nueva visita guiada a las instalaciones, totalmente gratuita, entre las 12.30 y las 13.30 horas y para la que no es necesaria inscripción previa.

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La salazón de Mourisca, en Bueu. Su estado antes de la restauración

El edificio ocupa una superficie de unos 800 metros cuadrados y está situado en uno de los extremos de la playa de Mourisca, con la Ría de Pontevedra en frente. No hay que remontarse mucho en el tiempo para recordar la imagen de esta salazón convertida en un chiringuito de playa o con enormes eucaliptos en su interior, que amenazaban la integridad de este conjunto salazonero. El inmueble fue comprado en el año 2008 por la Sociedad Fresalima –constituida por la pareja de arquitectos formada por Alicia Freire y Mauricio Sánchez-Bella– y tuvieron que hacer frente a un larguísimo y desesperante trámite administrativo hasta que finalmente pudieron conseguir los permisos para su rehabilitación. El presupuesto se acercó a los 500.000 euros y, aunque inicialmente se optó a una subvención de los entonces Grupos de Acción Costeira (GAC), fue asumido íntegramente por los propietarios.

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La salazón de Mourisca, Bueu. La rehabilitación.

La salazón se emplaza en un terreno que en su día fue propiedad de la Iglesia, pero tras la desamortización de Mendizábal (entre 1836 y 1837) la parcela fue comprada por el matrimonio formado por Rosa María Avalle y Pedro Plá, que a continuación edificaron la industria. Gracias a la restauración llevada a cabo por la nueva propiedad hoy se conserva íntegramente una estructura en la que destacan los 22 pilos en los que se almacenaba el pescado y las prensas de macho, que eran de piedra. Los fosos están repartidos en dos hileras y durante años estuvieron completamente cubiertos de tierra. Una vez vaciados se pudo comprobar sus grandes dimensiones y se calcula que cada uno de ellos tenía capacidad para almacenar entre 80.000 y 100.000 sardinas. ¡Casi nada!

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La salazón de Mourisca, Bueu. Su estado actual.

La salazón de Mourisca estuvo operativa hasta la década de 1940 y en su interior se aprecia la zona en la que se realizaba el lavado del pescado una vez completado el proceso químico de la salmuera en los pilos, así como la fila de machos de piedra que se utilizaba para prensar el pescado. Entre sus instalaciones había también una pequeña vivienda, que era el lugar en el que residía el vigilante y su familia.

Imagen anterior a la restauración, con los pilos cubiertos de tierra.

A lo largo de su periodo de actividad fue alquilada a diferentes empresarios y fomentadores, como Rocafort y Galup. Los últimos propietarios fueron las familias Massó y Barreras: Salvador Massó, el hijo de Salvador Massó Palau y tío de Gaspar y José María Massó, compró la fábrica para dejársela a una de sus hijas, que estaba casada con un miembro de la familia Barreras.

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La salazón de Mourisca, Bueu. Visitas.

Hoy en día constituye el mejor testimonio de la industria salazonera en Bueu, que según explican Arturo Sánchez Cidrás, Xosé Manuel Cerviño Meira y Xosé Luis Fernández Aldegunde en su libro “A industria da pesca salgada. Os portos de Bueu e Beluso”, llegó a contar en su momento de máximo esplendor con unas 40 fábricas repartidas por el litoral bueués.

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