“El día 30 de junio cerraremos por jubilación. Estamos muy agradecidos por su confianza. Disculpen las molestias”. Con este cartel la Panadería Chiné, de Berducedo, anunciaba el final de una saga de panaderos que se remonta a hace más de 100 años. Eugenia Riobó, que asume casi en solitario el trabajo desde que falleciese su marido Manuel González “Chiné” en 2018, se encargó anoche de la última hornada de pan para jubilarse a los 66 años. “Llevo desde los 17 en la panadería y la de mañana –por hoy– va a ser la primera noche que pueda dormir entera en la cama. No me lo puedo creer”, desvela con alivio pero también “con mucha pena porque dediqué la vida entera a la panadería. No hice otra cosa que estar aquí”. Ninguno de sus tres hijos seguirá el oficio.
La panadería inicial se ubicaba en Meira a comienzos del pasado siglo y era de la madre de la suegra de Eugenia Riobó (María Gayo) que con su marido (Eugenio González) fueron los que abrieron el negocio en Berducedo ya en los años 40. “Todavía se distribuía pan con cartillas de racionamiento”, recuerda sobre los duros años tras la Guerra Civil. Durante décadas la panadería se completaba con un bar “en el que comió mucha gente conocida”.
Con la ayuda de una trabajadora, vecina del barrio, en los últimos cuatro años Eugenia Riobó prosiguió con una rutina que implica “levantarme a la una de la madrugada todos los días y hasta las 7 y media estamos haciendo pan”. Entre sus repartos más llamativos está el pan para el comedor del colegio de Reibón, el centro escolar con más alumnos de O Morrazo. “Llevamos 49 años sirviendo a Reibón”. Las integrantes de la Asociación de Mulleres de Moaña también acuden al obrador días antes de la celebración de la concurrida Festa do Mexillón “para cocinar todas las empanadas”. Ahora estos colectivos y los clientes de toda la vida de Berducedo deberán buscar alternativas para recibir cada mañana su pan recién hecho. “Tenemos unos clientes muy fieles, la verdad”, apunta mientras muestra el horno giratorio. “Debe ser uno de los pocos que quedan de este tipo en Moaña”, añade.
Recordando toda su vida laboral, la actual responsable de la Panadería Chiné rememora cuando repartían el pan a caballo. “Mis suegros tuvieron muchos años un caballo blanco que era buenísimo. Después cogieron uno negro. Mi suegra iba sentada en el caballo vendiendo pan por las ferias”, relata.
Desde hoy la Panadería Chiné tendrá sus puertas cerradas pero siempre quedará en la memoria de muchas generaciones de vecinos de Berducedo.