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El tinta femia de Cela regresa tras dos años de “sequía”

La última edición de la Festa do Tinta Femia, celebrada en el recinto del Eirado de Cela. | // SANTOS ÁLVAREZ

La Asociación de Viticultores de Bueu celebró este fin de semana su asamblea anual, en la que acordó recuperar la Festa do Tinta Femia de Cela. Serán menos días que en ocasiones anteriores porque la cosecha ha sido floja, pero se apuesta por retomar una cita que llevaba dos años sin celebrarse por culpa del COVID.

La última cosecha del tinta femia no ha sido la mejor, ni mucho menos. Pero los viticultores han decidido recuperar la fiesta que se celebra en Cela después de dos años de sequía obligada por culpa de la pandemia sanitaria del coronavirus. Así lo acordó este fin de semana la asamblea de la Asociación de Viticultores San Martín de Bueu, que se reunió en el Centro Sociocultural de Cela.

La fecha está aún por decidir, pero con toda seguridad será el primero o el segundo fin de semana del mes de julio. La escasez de vino en esta última cosecha ha obligado a los viticultores a acortar la duración de la fiesta, que solía comenzará el viernes por la tarde y se prolongaba hasta el final de la jornada del domingo. Esta vez todo indica que será un día y medio: la tarde del viernes y el sábado hasta agotar existencias. “De momento tenemos garantizadas unas 600 botellas de vino. Durante las próximas semanas hablaremos con otros cosecheros para intentar llegar hasta las 800”, explica el presidente de los viticultores de Bueu, Fernando García.

Desde la directiva entienden que a pesar de esa floja cosecha es necesario recuperar la Festa do Tinta Femia, que se celebrará en el Eirado de Cela. “Llevamos dos años sin poder organizarla por culpa del COVID-19. Cuanto más se tarde en volver más nos costará recuperarla”, argumenta García.

Las razones de la escasa cosecha de tinta femia están vinculadas a la meteorología poco favorable en momentos clave, que además retrasó la maduración de la uva. “En los meses de la primavera, cuando es el momento de lo que se conoce como ‘purga’ y empieza a florecer hubo mal tiempo”, explica el presidente de los viticultores. Lo mismo ocurrió en plena fase de maduración de la uva. “La piel del tinta femia es muy fina y si la lluvia la rompe el fruto acaba pudriendo”, añade. Y por si fuese poco los racimos de tinta femia también despertaron el interés de la avispa velutina, lo que mermó aún más la cosecha. “Había racimos que parecía que estaban sanos, pero cuando los cogías comprobabas que al romper la piel las avispas acudían atraídas por el olor y chuparon todo el zumo de la uva”, concluye Fernando García.

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