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El mismo día y en el mismo caladero

“Moncho” en el Lotus II navegando entre el hielo de Terranova. |

Hace 27 años, también el día 13 de febrero, el barco Lotus II, de 57 metros de eslora y 28 tripulantes a bordo, estuvo a punto de naufragar en el mismo caladero que el Villa Pitanxo. Había olas de hasta 25 metros y nieve en el puente. A la captura del fletán negro, a una profundidad de más de 1.200 metros ya más de 500 millas de la costa, gobernó el barco el cangués Ramón Figueroa Soliño “Moncho” A su lado, su hermano Antonio, en calidad de primer oficial. Llevaban casi cuatro meses en el caladero, la bodega estaba prácticamente llena y la mente ya estaba más en el regreso a casa que en la faena. El servicio de información Halifax había emitido una parte advirtiendo del mal tiempo que se avecinaba, que iba a rozar el mínimo isobárico. Relata “Moncho” que a las 10 de la mañana habían levantado el aparejo y preparado para recibir a la borrasca. Sobre las 18.00 horas, una ola enorme entró la proa y rompió todo. El barco quedó incomunicado y el mar se llevó las lanchas. Fueron horas de pura lucha, comenta “Moncho”, que asegura que no hubo algo de paz hasta las 06.00 horas del día siguiente. “Ainda pasó tempo debaixo do mar”, evoca “Moncho” desde su casa en Ramal do Paraíso, en Darbo. Lo hace con la serenidad que debe caracterizarle también aquel día, que reconoce que pensó que iba a ser el último de su vida. Hoy lo reconoce sin ningún tipo de duda. Pero también que en la batalla con el mar no había mucho tiempo para pensar, el mar entró por todas partes y había que hacerle frente. “Pensei que non salía. Miña preocupación eran los marineros. E tivemos sorte. Ninguén saliu ferido. Recordó que eu estaba na ponte cheo de neve co timón e outro mariñeiro na popa con un megáfono, que dio la orden al jefe de maquinas para que tirara 80 toneladas de gasóil para aliviar peso, porque el barco estaba apunto de acabar con la marea y la bodega estaba llena. Durante horas estivemos desaparecidos. Ninguen sabia de nos. Cando calmo algo a borrasca subín ao mástil donde está enganchada a radiobaliza e xa na ponte activeina. A media hora aparece un avión de servicio de guardacostas canadiense, que soltó unha baliza e poco despois llegaron os barcos gardacostas e un francés. Noso buque tiña un costado flotando”. A media hora aparece un avión de servicio de guardacostas canadiense, que soltó unha baliza e poco despois llegaron os barcos gardacostas e un francés. Noso buque tiña un costado flotando”. A media hora aparece un avión de servicio de guardacostas canadiense, que soltó unha baliza e poco despois llegaron os barcos gardacostas e un francés. Noso buque tiña un costado flotando”.

Arriba, “Moncho” con los inspectores de la Nafo en su barco. | // G.NÚÑEZ

Ramón Figueroa cuenta que un barco de su casa armadora los remolcó hasta un lugar donde había un buzo, con la intención de ver si podía reparar algo los daños, pero no fue posible. Fue el mismo barco que después los remolcaría a Vigo, en una travesía de 12 días.

A la izquierda, Ramón Figueroa con su perro en Terranova.  | // CEDIDA

A la izquierda, Ramón Figueroa con su perro en Terranova. | // CEDIDA jUAN cALVO

Hoy, Ramón Figueroa tiene 73 años y su hermano Antonio 75. Asegura que Terranova es la zona más dura que hay en el planeta para trabajar. “O frente polar correspóndese ao frente marítimo. Ágora xa non tanto. Pero os iceberg llegan o caladero” Lo dice desde la experiencia de haber faenado en ese caladero durante 10 años. Por las imágenes que pudo ver estos días en los medios de comunicación, está convencida de que la borrasca que puso en peligro su vida y la de sus compañeros de Lotos II era más fuerte que la que hizo naufragar al Villa Pintaxo. “Como condiciones non eran tan fuertes, con 20 ou 30 nudos de vento pódese traballar. Senón traballas así é mellor que non saias para fora. En Terranova hai que ser moi prudente e responsable, pero hai que pensar que as conditiones metereolóxicas nas que se vai traballar son moi dificil. Estase traballando sempre a moitas millas de distancia como para pensar que podes llegar a resguardarte nun porto. A información que recibe hai que facerlle sempre caso, do contrario...”

“Moncho” Figueroa, ayer en su casa de Darbo

Comenta que la diferencia entre lo que les pasó a su barco y al Villa Pitanxo fue que “a nos a auga entrounos por diante ea eles por popa. Se un barco se hunde por detrás desaparece por completo, se produce o al revés os de diante pueden salvarse”, comenta Ramón Figueroa, partidario de que continúa el operativo de búsqueda durante más tiempo.

El Lotus II navegando por Terranova.

A sus 73 años, “Moncho” lleva jubilado desde los 54, cuando tuvo un percance en un barco y un cable fino atravesó su pie y la bota. Su hermano Antonio prefiere no recordar lo ocurrido. Afirma que ya sufrió bastante aquella ocasión como para tener ahora que hacer memoria. Su hermano ya dice que fue su peor experiencia en el mar. Ramón Figueroa es un hombre que demuestra calma, que acumula recuerdos y para el que no debe ser nada fácil la jubilación. De su conversación se denota que echa de menos el mar. Guarda fotografías de aquella etapa en Terranova y muestra su conocimiento de las corrientes marinas. Recuerda cuando no había el límite de las 200 millas, que se aprovechaba para pescar bacalo y que esta normativa empujó los barcos mar adentro, porque el fletán negro se captura en aguas profundas, que superan más de 1.500 metros de profundidad.

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