Hace ahora justamente diez años Conservas Lago Paganini y su plantilla afrontaban las que sin duda eran sus navidades más amargas y tristes. En la madrugada del 17 al 18 de diciembre de 2011 un espectacular e insaciable incendio calcinó por completo sus históricas instalaciones en Ojea, en el centro de Cangas. Un fuego que estuvo a punto de acabar con una historia en aquel entonces casi centenaria. Pero, como suele decirse, la familia Lago Paganini, que se podría decir que está formada por empresarios y plantilla, fue capaz de resurgir de sus cenizas cual ave fénix. Hoy afrontan sus vacaciones navideñas con otro ánimo y semblante. La propiedad reconoce que los últimos meses han sido “agotadores”, pero desde finales de septiembre Lago Paganini funciona a pleno rendimiento en el polígono de Castiñeiras de Bueu. Un intenso viaje para que la comarca de O Morrazo mantenga una de sus empresas históricas y que siga creando empleo, ahora mismo con cerca de 120 personas contratadas.
Aquel incendio de 2011 afectó a las dos conserveras que estaban en la explanada de Ojea y justo frente al mar: Lago Paganini e Iglesias, aunque la primera fue sin duda la peor parada. Hoy en día las dos siguen en funcionamiento, aunque lejos de ese emplazamiento. Con el tiempo Conservas Iglesias se trasladó a Moaña, mientras que Lago Paganini pudo mudarse en 2012 a una nave en A Portela, justo al lado del acceso al Corredor do Morrazo. Era una solución a corto y medio plazo para poder retomar la actividad, seguir en el mercado y mantener el empleo, formado mayoritariamente por mano de obra femenina. La propiedad comenzó a buscar alternativas de futuro y la mejor se le presentó muy cerca, a menos de un kilómetro: en el polígono industrial de Castiñeiras, en el Concello de Bueu.
En enero de 2020 presentó en el consistorio bueués un proyecto de 3,2 millones de euros para implantarse en el único parque empresarial de la comarca; en septiembre de ese mismo año tenía la licencia y un año después, con una pandemia por medio y en un tiempo récord, culminaba la mudanza a su nuevo hogar.
“Han sido diez años, pero parece que haya pasado una eternidad”, aseguran desde la empresa, que mantiene su carácter familiar, ahora ya con la cuarta generación. “Han sido y siguen siendo unos años muy intensos, pero como siempre afrontamos este nuevo reto con fuerza y mucha ilusión”, añaden.
Las nuevas instalaciones se ubican en la segunda fase del polígono de Castiñeiras, en una de las últimas parcelas que quedaba por edificar. La nave está plenamente adaptada a las necesidades del siglo XXI, con una superficie que supera los 4.300 metros cuadrados, tres plantas y esta vez cuenta con plena y absoluta seguridad jurídica. El emplazamiento original de Ojea era una concesión administrativa de Costas del Estado; la localización provisional en A Portela era una nave de alquiler en un ámbito industrial que aún está pendiente de su completa regulación; y en el polígono Castiñeiras la empresa es plenamente dueña de su presente y futuro tras una inversión superior a los 3 millones de euros. “Estar en el polígono de Bueu es poder contar con unos servicios que antes no teníamos o que teníamos en precario, como el acceso al agua, gas natural, saneamiento, accesibilidad e incluso Internet”, explican. Y por supuesto implica la seguridad “de un marco legal en cuanto a actividad e instalaciones”, concluyen desde la dirección de Lago Paganini.
Las vacaciones y navidades de este año 2021 ya nada tienen que ver con el negro futuro que parecía dibujar el incendio de hace una década.
Una historia que arranca en 1915 como “Salazones Montemerlo”
El traslado de Conservas Lago Paganini a Bueu significó para Cangas perder a la última fábrica conservera, una de las actividades más importantes de la localidad y que entre las décadas de 1940 y 1970 llegó a contar con más de una veintena trabajando al mismo tiempo. Aunque a lo largo de todo el siglo XX hay constancia de más de una treintena de empresas, tal como recoge el libro “As mulleres da conserva”, de la Asociación Cultural A Cepa.
La fábrica de Lago Paganini nació en 1915 bajo el nombre de “Salazones Montemerlo”, fundada por Pietro Montemerlo Botassi. La familia procedía de la localidad italiana de Génova y, además de su faceta industrial, se volcó en la vida social, cultural y deportiva de Cangas. De toda aquella actividad conservera en Cangas solo quedaron Conservas Iglesias y Lago Paganini. Curiosamente pegadas la una a la otra, separadas únicamente por una pared medianera, y como mascarón de proa del antiguo esplendor de industria salazonera y conservera. Más curiosidades. El traslado a Bueu le permite situarse muy cerca de Conservas Alonso/Palacio de Oriente, que es la más antigua de España y que en agosto de 2012, poco meses después del incendio de Lago Paganini, también se vio obligada a resurgir de sus cenizas tras otro incendio.
El último vestigio en Ojea se cerró hace un año
Conservas Lago Paganini aún disponía hasta hace un año de un espacio al lado de donde comenzó su historia hace 106 años. En otra de las naves de la explanada de Ojea seguía en activo una tienda en la que comercializaba sus productos y era incluso un punto de atracción para muchos visitantes y turistas. Igual que la fábrica original se trataba de una concesión administrativa y ante la política de Costas del Estado de no renovar permisos buscó un nuevo emplazamiento. Desde noviembre de 2020 la tienda se sitúa en pleno casco histórico cangués, en la calle Félix Soage, con lo que de alguna manera se mantiene el vínculo con el municipio en el Conservas Lago Paganini nació en 1915.