Manuel Paz Trelles tiene 81 años, camino de 82, y una memoria prodigiosa que tanto le lleva a recordar su niñez, de niño huérfano de padre en el orfanato de San Simón, como cuando cruzó en dos ocasiones el Atlántico a bordo del buque escuela Juan Sebastián Elcano en donde realizó el servicio militar tras abandonar la isla con 20 años, y su trabajo en el naval en Ascón o en Barcelona, tras la reconversión.
Sube y baja las empinadas escaleras de su casa en la parroquia moañesa de Tirán como un joven y da cuenta de todos los niños de aquel orfanato, con nombres y apellidos, y los que ya fallecieron, de aquel primer grupo de 14 jóvenes que el 1 de marzo de 1955 estrenaron el llamado Colegio Hogar Méndez Núñez. Allí permaneció hasta el 30 de agosto de 1960, aunque el colegio siguió hasta 1963 en esta isla casi maldita por la historia que tiene a sus espaldas, como anterior lazareto y cárcel en la época franquista, y que fue su casa durante cinco años para poder recibir una educación.
De aquel orfanato hoy se hablará en Moaña en la presentación del documental “Os nenos da illa”, dirigido por Noelia López, y elaborado por el Obradoiro de Estudos Locais Fernando Monroy de Redondela. Será a las 19:00 horas en el salón de plenos del Concello y está previsto que se vuelvan a reunir los tres niños moañeses que compartieron su vida en el orfanato. Con Manuel Paz Trelles estrenó también el orfanato Enrique del Río a los que se incorporó más tarde Cándido de la Calle.
El padre de Manuel Paz Trelles murió ahogado cuando el barco en el que navegaba fue embestido por un guardacostas de Portugal. Él tenía 10 años y su madre quedó viuda con 5 hijos. Era el tercero, como él dice “el jueves de la semana”, con dos hermanos menores, que estudiaron en el Templo Votivo del Mar de Panxón (Nigrán) y otros dos mayores -un hombre que ya estudiada bachiller en el Santa Irene de Vigo y que se ofició cura y una mujer.
Recuerda cuando con su madre fueron a Pontevedra para hablar con el administrador del Hogar de San Simón -todo el auxilio social lo llevaba la Falange- y cómo le garantizó a ella que estuviera tranquila, que iba a recibir formación. Manuel recuerda que cuando llegaron a la isla era todo bosque y lo primero que hicieron fue limpiar. Tampoco, habían llegado los maestros. Estaba el guardián, el señor Genaro, cuyo hijo fue uno de los supervivientes del naufragio de la lancha Monchiña y autor de muchas de las fotografías que Manuel conserva de esta etapa en san Simón.
No esconde mal recuerdo de su vida de adolescente allí, aunque al principio, como escuela, no había muchos profesores y el taller de mecánica funcionaba muy poco. Por eso que el administrador presentó una queja. Después llegaron más niños procedentes de un centro de Tui hasta ser algo más de un centenar. Además de estudiar, en la isla aprendían un oficio, pero la formación en los talleres era escasa,. Así que con otros 6-7 compañeros se les buscó trabajo en la fábrica de Regojo en Redondela; él en el taller mecánico, otros en el de costura o de franelas. Manuel Paz trabajó dos años. En Redondela también jugó en el equipo de fútbol. Por las noches regresaban al orfanato en chalanas.
Se levantaban a las 8 de la mañana y cuando no trabajaban, tenían clases por la mañana y por la tarde con dos profesores Ángel Arines y Luis Sueiro; dos o tres días a la semana acudía el profesor de la carpintería. Cuando iban a comer, había que formar, se lo enseñaba un militar y se cantaba el himno de la Falange, Cara al sol.
Entre esas fotos que Manuel Paz guarda está la de ese primer grupo de 14 niños del orfanato, con el guardián. Señala a Secundido Mallo, de Muros, al que no volvió a ver más; Pepe de Sanxenxo; Salvador Casal, de Marín; Luis Pérez, de O Grove; López Couñago, Francisco de Combarro; Francisco Galiñanes, Manuel Pérez, que fue camarero en el Gran Hotel de La Toja; Ramiro, de Combarro, que emigró a Argentina y del que le ha perdido el rastro; Manuel Fernández, de O Grove y que reside en Meis; Daniel Rodríguez, de Peinador y Agustín González Vázquez, de Pontedeume.