Ni la lluvia puede con la solidaridad a la que siempre está dispuesta Moaña. La isla de Samertolaméu fue el punto de partida para una travesía a nado solidaria hasta la estatua del Fisgón, en el paseo marítimo moañés, y regreso, que tenía como finalidad recaudar fondos para los proyectos que la Fundación Vicente Ferrer desarrolla en la India, muy afectada por la pandemia del COVID, y que se extendió también con una hucha para recaudar dinero para las familias damnificadas por el desastre natural del volcán de La Palma, en Canarias, a través de una iniciativa puesta en marcha por el Real Club Náutico de Canta Cruz de La Palma.

Algunos de los participantes, dispuestos a meterse en el agua. | // SANTOS ÁLVAREZ Cristina González

La actividad estuvo organizada por la asociación sin ánimo de lucro Brazadas Solidarias, que colabora con eventos deportivos para la recaudación de fondos para los proyectos que desarrolla la Fundación Vicente Ferrer en el país indú.

La actividad en Moaña, que contó en la organización con la colaboración de Triatlón Morrazo, comenzó a las 09:30 horas con una primera recogida de plásticos en la playa do Canario, de donde partía la travesía a nado; y prosiguió, a las 10:30 horas, con los participantes metidos en el agua, en un día ya otoñal que no llamaba a bañarse pero con ganas de solidaridad, para recorrer la distancia a nado hasta el Fisgón.

420 y 192 euros

Al final fueron 57 la personas que se inscribieron y se lograron recaudar 420 euros a favor de Brazadas Solidarias para los proyectos en la India de construcción de pozos de agua, escuelas y frente al COVID, que ha castigado mucho a este país; y otros 192 euros en esa hucha que se colocó en paralelo para aportar un grano de arena desde Moaña para ayudar a las familias afectadas por el volcán en la isla canaria.

Finalmente los nadadores, procedentes de diferentes partes de Galicia, como de A Coruña, Ourense y del área de Vigo, ya que la actividad era a nivel gallego, recorrieron unos 2.000 metros a nado, al menos esa la previsión para los que estuvieran más en forma; mientras que para los restantes se reservó una travesía menor de 1.000 metros. Pero la solidaridad fue la misma.