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Bueu llora al artista José Solla

José Solla durante la inauguración de su obra "Inés-Palmira" en la Praza Massó. Santos Álvarez

Bueu está de luto. José Solla, el artista que extrajo la inspiración de sus paisajes y gentes para buena parte de su obra, el autor de la macroescultura que adorna la Praza Massó, “Inés Palmira”, falleció en la noche del jueves a los 93 años de edad en Mar de La Plata (Argentina), donde residía la mayor parte del año. Nacido en Marín emigró joven a Argentina, donde fundó una empresa de pescado. Pero la llamada del arte era muy fuerte y se matriculó en una escuela de artes visuales para canalizar un talento al que pudo dar rienda suelta durante varias décadas.

Marinense de nacimiento, argentino de residencia y buenense de corazón y adopción, el alma y el arte de José Solla descansará siempre en Bueu. Allí vivió y allí quiso dejar testimonio de su arte con una obra de gran formato como “Inés-Palmira”, que resume su estilo atrevido y visual en medio millar de grabados que reflejan diferentes aspectos de la vida. No fue su única contribución en el municipio, ya que en 2012 había cedido uno de sus cuadros. “Puerta de la aldea” al Concello. Y es que a su generosidad Solla unía un especial agradecimiento hacia una tierra que lo acogió con cariño y que le brindó varios reconocimientos en la última década.

El artista en 2012 en su casa de Bueu. Gonzalo Núñez

“Este homenaje es emocionante, se trata de algo permanente”, manifestó a FARO cuando el concello le anunció su intención de dedicarle el paseo de Agrelo, rebautizado en 2012 con el nombre de Paseo Pintor José Solla. La elección no fue casual, ya que se trataba de uno de sus espacios preferidos para caminar desde que a principios de siglo se trasladó a Bueu. Pero la idea que manejaba el gobierno local buenense era la de contar con una obra del artista en sus calles, y la elegida fue “Inés-Palmira”, un proyecto que por coste y dimensiones tardó en fructificar.

Lo hizo en 2018, ante la satisfacción de un José Solla que pedía a los vecinos disfrutar de una creación que para él era “un canto a la vida, al amor y a la naturaleza”. Humilde al reconocer que “hice lo que pude porque no soy ningún genio, soy un trabajador”, pero consciente también de que la macroescultura era “una historia en prosa y será una embajadora de Bueu”.

Solla, con el cuadro donado al Concello de Bueu, con el título "Puerta de la aldea".

También fue protagonista ese año de un documental sobre su vida bajo el título “Horizontes”, elaborado por la fotoperiodista Alba Sotelo y proyectado en el Centro Social do Mar, así como de una retrospectiva de toda su obra en el Museo Provincial de Pontevedra. Su legado quedará en el recuerdo.

“Pintar para mí es como respirar”, aseguraba.

Artista de vocación, José Solla señalaba en una entrevista de 2005 que para él la pintura “es como respirar, como dormir o comer, algo que no puedo dejar de hacer”. Prueba de ello fue su determinación de no abandonar su faceta artística, compaginándola con su trabajo. “Si uno necesita vender cuadros para comer, la pintura lo sufre. Yo fui armonizando una cosa con la otra, sin necesidad de vender”, apuntaba años más tarde.

Es más, solo se centró en exclusiva en su faceta artística a partir de 1975. Desde entonces expuso en lugares como Montreal o Nueva York y colocó obra en museos de toda Sudamérica, Estados Unidos o Italia, además de en España. Una de sus últimas exposiciones fue en 2019, en Mar de la Plata, con visita incluida de Alberto Núñez Feijóo.

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