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“En Irlanda moriríamos a bordo como perros”

El capitán del “Manuel Laura” denuncia: “En Irlanda moríamos a bordo como perros”

“Volver a casa fue la mejor decisión que pudimos adoptar”, asegura el capitán del pesquero "Manuel Laura", que el pasado sábado y con un tripulante con síntomas de COVID, decidió abandonar el puerto de Castletownbere, al suroeste de Irlanda, después de verse desatendidos por las autoridades locales del país, sin la necesaria asistencia médica ante el pánico al coronavirus. A través de la consignataria en tierra, que aseguran les ayudó todo cuanto pudo, les comunicaron que no había ambulancias para trasladar al enfermo a un hospital, cuando todavía no estaba confirmado si era COVID o no pero el hombre estaba mal; los taxistas se negaron por miedo al virus y también los hoteles y pensiones a tenerle aislado en una habitación al estar en temporada alta. “De seguir allí, amarrados en el muelle, moríamos como perros”, asegura el capitán, navegando de regreso a Vigo, y ya con otros tres tripulantes con síntomas compatibles de COVID. El barco, con bandera inglesa aunque de la casa armadora de Vigo Herederos de González Parada, tiene 12 tripulantes, de los cuales tres son de Cangas, uno de Marín, otro de Nigrán, dos de Vigo, dos marroquíes –uno de ellos residente en Cangas–, dos senegaleses y uno de Ghana.

La única atención sanitaria que tuvieron fue con un médico local, a través de la consignataria, pero al tripulante con síntomas de COVID no le hicieron pruebas, solo confirmó que podría tratarse de un caso de coronavirus y el marinero retornó al barco. Se encontraron desatendidos y solo al día siguiente, tras insistir la consignataria, las autoridades locales enviaron a un sanitario en un coche que le hizo una PCR, pero les trasladó que los resultados tardarían entre 24 y 72 horas. Fue cuando en coordinación con con la armadora y el Centro Radio Médico Madrid optaron por dejar el puerto y acercarse al sur del caladero, más próximos a España, por si habría que evacuar al enfermo. Afortunadamente, el marinero está estable, aunque el domingo les confirmaron que los resultados de la PCR habían dado COVID.

Cuando salieron el sábado de Castletownbere, con el tripulante aislado en su camarote, otro compañero más empezó a tener síntomas, con fiebre; y ayer ya eran otros dos, además de mostrar síntomas de cansancio dos más, entre ellos el propio capitán, sin abandonar el puente de mando y pendiente de los enfermos con el primer oficial, ya que el tercero es de los que empezaron a encontrarse mal. Cada tres horas y en coordinación con el Centro Radio Médico de Madrid toman la temperatura, ven el nivel de oxígeno en sangre, los ojos y el aspecto general, así como la frecuencia cardíaca y, una vez al día, la presión arterial, de las personas enfermas. Lo hacen con los medios al alcance: guantes, mascarilla y pantallas.

Esperan poder llegar a Vigo en la tarde de hoy, gracias también a las gestiones de la armadora y de Salvamento de Finisterre que ha autorizado al barco a navegar y entrar por dentro de los canales de tráfico pesquero, lo que les ahorrará tres o cuatro horas de viaje.

En la jornada de ayer desconocían lo que va a pasar con ellos cuando lleguen a Vigo y qué protocolo se les va a aplicar, si podrán o no realizar cuarentenas en casa o irán a hospitales. Las familias, asegura el capitán, están viviendo la situación con mucha intranquilidad, aunque también es cierto que ahora con internet están en permanente comunicación, y eso ayuda a controlar la tensión.

“Aunque desinfectamos, esto es una lotería”

Francisco Piñeiro se muestra agradecido por la labor del Centro Radio Médico Madrid, Salvamento Finisterre y Coruña Tráfico, así como el apoyo desde la empresa armadora y sanidad marítima. El capitán asegura que lleva más de treinta años en el caladero del Gran Sol y nunca había vivido una situación igual. Reconoce que a lo a largo de todos estos años tuvo que hacer frente desgraciadamente a evacuaciones de tripulaciones “y jamás hubo problemas”. Pero ha visto cómo en Irlanda hay “pánico” al COVID y “lo que nos hicieron es inusual y nadie se lo explica”. Puede ser que el del Manuel Laura haya sido el primer caso de coronavirus que viven en Castletownbere. Señala que un barco de estas características, de 36 metros de eslora y 8 de manga, no reúne las condiciones para tener casos aislados de COVID porque los camarotes son dobles, hay dos zonas de baños –una para oficiales y otra para el resto de la tripulación– y el comedor es común. Existe un aseo en el parque de pesca, pero se usa para el lavado de manos al acabar de trabajar. A bordo se llenaron de desinfectante para extremar la limpieza “pero esto es una lotería”.

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