La hostelería de la comarca tendrá una segunda oportunidad para el cumplimiento de las normas COVID después de este primer fin de semana de reapertura, marcado por la aglomeración de gente en terrazas y una avalancha de denuncias de vecinos a la Guardia Civil y Policía Local por considerar que se estaban saltando las normas, con mesas juntas, sin distancia. Según los balances de la Policía, las denuncias estuvieron más centradas en las personas que se saltaron el cierre perimetral sanitario que en la hostelería, en donde sí se ejerció presión policial, con inspecciones, para advertir de la necesidad de separación de mesas y uso de mascarilla. En Cangas, en donde la hostelería puede abrir el interior al 30% del aforo y las terrazas al 50%, llegaron a denunciar el sábado a 30 personas por saltarse el cierre perimetral y ayer a 15, de las cuales 7 fueron identificadas en controles por la mañana, de gente que llegó procedente de Porriño, Pontevedra, Vilaboa y Rois. Por la tarde se denunciaron a 9 personas más por llegar de municipios prohibidos y hubo denuncias de tráfico en la zona de Liméns y de Viñó, por los accesos a las playas. El día primaveral movió a muchas personas hacia las playas en este municipio. El cierre a las 18:00 horas se cumplió.

Un hostelero de Cangas recoge la terraza a las 18:00 horas

En Moaña, en donde solo se pueden abrir terrazas al 50% y los locales están cerrados en su interior a la espera de que bajen los contagios, la jornada ayer fue más tranquila que la del sábado, en cuanto a afluencia de personas. La patrulla de la Policía local realizó un recorrido a pie de todos los establecimientos de Concepción Arenal, en el frente marítimo; en Samertolaméu y en la urbanización de O Rosal, en donde algunas terrazas dan a traseras y diez minutos antes de cerrar, a las 18:00 horas, aún estaban sirviendo.

Pocas terrazas tienen el cartel con la declaración responsable del aforo máximo permitido en las condiciones actuales ni montadas todas las mesas y sillas correspondientes en una situación normal inutilizando con bandas u otra señalización las que no se pueden utilizar por la limitación sanitaria del aforo.

La Policía asegura que los hosteleros tienen hasta el día 5 para regularizar esta situación luciendo los carteles de los aforos y mostrando todas las sillas y mesas y las que no se pueden usar, precintadas. Desde la Plataforma de defensa da hostalaría galega, a la que pertenece la Asociación de hostelería de Moaña, se critica la orden de reapertura, que califican de “documento confuso, ajeno a la realidad, falto de claridad, diferido y que somete al sector a un estado policial”, por lo que estudia recurrirlo ante los Tribunales .La Plataforma insiste en que la Xunta criminaliza a la hostelería y que en Madrid está abierta, con horarios más amplios, y la curva de contagios también se doblega. Desde el Concello de Moaña aseguran que van a estudiar la resolución para ver si tiene que intervenir para verificar los aforos.

La situación de contagios del coronavirus en la comarca experimentó una bajada de 45 casos en esta última semana y ayer el descenso fue unánime en los tres concellos. En Cangas bajó de 43 a 39 y se sitúa con una incidencia acumulada a 14 días de 147 casos por cada 100.000 habitantes; en Moaña se bajó de 70 a 60 y la incidencia acumulada bajó a 309 y en Bueu los contagios bajaron en cuatro y está en 14 con una incidencia de 117.

En Bueu, donde la apertura de los locales se limita también a las terrazas al 50 por ciento, el buen tiempo motivó la llegada de personas de fuera del municipio y más ambiente en bares y restaurantes, algo considerado positivamente por un sector, que, sin embargo, cree que no son más que “migajas” tras un año durísimo.

Una terraza en Bueu

“Si tenías seis mesas y ahora debes trabajar con tres y sin nadie en el interior del local, cerrando a las 18 horas… Si así te da para vivir entonces antes estabas montado en el dólar”, comenta con amargura Manuel Agulla, presidente de los hosteleros del municipio. La limitación de horario es para él un problema fundamental “porque en días de semana por la mañana apenas tienes clientes, y la gente cuando te viene es después de trabajar, no antes de las 18 horas”. Lamenta la “discriminación” hacia la hostelería y la tardanza en la llegada de unas ayudas que resultan insuficientes. “Es un año tirado a la basura, las ayudas no llegan y cuando lo hacen son una mierda. Y encima seguimos teniendo que pagar todos los impuestos con los establecimientos cerrados”, subraya.