Niño do Corvo es una playa de Vilela, en Moaña, casi en el límite con Cangas. También un monte en territorio comunal de Coiro, cuyos titulares recurren a la ironía para comentar que algún marinero de agua dulce se habrá hecho un lío con el topónimo a la hora de echar sus artes de pesca, porque varios tramos de monte están sembrados con nasas para la captura de pulpo o nécoras, especies impropias del terreno forestal. Cómo llegaron allí es “un misterio”, reconoce el secretario del colectivo, Manuel Soaxe, que muestra distintos lugares donde los desaprensivos han sembrado residuos, como el referido Niño do Corvo o el entorno de Chan dos Loureiros. Entre tal “riqueza” residual no faltan bañeras, tambores de lavadora, garrafas de plástico, colchones, ladrillos y azulejos e incluso un televisor de pantalla plana o bolsas repletas de basura doméstica que dan fe de una preocupante “falta e civismo” que hay que combatir desde distintos frentes. Con educación y severas multas a los infractores, sugieren desde la Comunidade de Montes, aunque algunos paseantes van más allá y piden respuestas más drásticas frente al “terrorismo medioambiental”.

Un joven camina por el sendero plagado de residuos. | // G.NÚÑEZ

El problema viene de lejos y se hace mas visible con las labores de limpieza que está realizando el colectivo desde principios de año con cuatro trabajadores contratados. La maleza se va adueñando del territorio y cubriendo los residuos que los desaprensivos vierten, sobre todo, en las proximidades de los viales que atraviesan el monte y son accesibles para los vehículos. Aún así, los afectados no le encuentran mucho sentido a esta práctica, ya que la chatarra incluso tiene salida comercial y cada día pasan varios camiones y furgonetas peinando la comarca para recoger este tipo de mercancías y venderlas después. Además, en lugares como el entorno de la capilla de San Cosme las basuras se esparcen bajo los árboles a solo unos metros de los contenedores de residuos que se trasladan a la planta de la Mancomunidade do Morrazo en A Portela.

Para hacer frente a estos comportamientos, así como alertar de posibles focos de incendio cuando llega la temporada estival, los afectados se organizan para vigilar el monte, intentar identificar a los infractores que atentan contra este patrimonio natural y económico y tramitar la retirada de residuos. En este servicio participan de forma coordinada una veintena de personas ligadas a la parroquia de Coiro, aunque también se suman de forma ocasional senderistas o ciclistas que disfrutan del monte de forma cívica y responsable.

Cúmulos de basura en el entorno de la capilla de San Cosme. | G-Núñez

Además, en el cuidado de la naturaleza se implican colectivos ecologistas como Adega, que a finales de pasado verano participaron en una limpieza simultánea de ríos de Galicia, entre los que se incluyó el Bouzós, en Coiro, con frecuentes problemas de vertidos hasta su desemboca en el casco urbano. A pesar de estas tareas, los incívicos siempre encuentran oportunidades para seguir ensuciando.

Roban otra mesa y bancos en el lugar de A Coviña

A finales de noviembre, la Comunidade de Montes en Man Común de Coiro denunció que los vándalos no descansan ni durante el confinamiento y desmontaron y se apropiaron de una mesa y dos bancos de piedra maciza en el lugar de A Coviña. Las quejas no han tenido efecto disuasorio, y el secretario del colectivo, Manuel Soaxe, alerta de un nuevo robo de las elementos en esta área de esparcimiento. Los autores se llevaron las piezas principales y solo dejaron las bases, también de piedra y ancladas al suelo con hormigón. Los comuneros, que están ejecutando desde hace dos meses tareas de desbroce en sus propiedades y acondicionando senderos que estarán plenamente operativos en primavera, también insisten en sus denuncias por el tránsito de motoristas que, en muchos casos, utilizan y deterioran el terreno forestal sin permiso, dejando surcos y degradando un entorno que debe ser compartido.