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La elevada presencia de toxina mantiene cerradas todas las bateas y peligra la campaña de Navidad

Los muestreos del Intecmar detectan variaciones muy bruscas que impiden la apertura | Las perspectivas en Bueu son “muy negras”

El patrón de un bateeiro de Bueu, ayer operando con la grúa en el puerto de la localidad. | // GONZALO NÚÑEZ

La campaña navideña del sector mejillonero de la comarca de O Morrazo está más que nunca en el aire. Con el mes de diciembre recién comenzado todos los polígonos bateeiros de Cangas, Moaña y Bueu están cerrados y los augurios no son precisamente muy halagüeños, según algunas de las agrupaciones con presencia en las rías de Pontevedra y Vigo. Las analíticas que realiza el Instituto Tecnolóxico para o Control do Medio Mariño (Intecmar) están constatando bruscas oscilaciones en los niveles de toxina, resultados que un día parecen cercanos a la apertura y que a las pocas jornadas vuelven a dispararse. “En la ría de Pontevedra el panorama pinta negro. Casi en un 90% de posibilidades diríamos que no habrá apertura este mes. En la de Vigo hace unos días parecía que podía haber una apertura para el puente de este fin de semana, pero ahora es complicado que abra antes de acabar esta primera quincena del mes”, explican fuentes del sector con una larga experiencia a sus espaldas.

Las bateas de Bueu llevan cerradas desde mediados de agosto, los dos polígonos de Aldán cerraron pocos días después y los de Cangas y Moaña se mantienen clausurados desde finales de octubre. Una situación que no es habitual en la ría de Vigo a estas alturas, sobre todo en los más interiores. En estos momentos en la ría viguesa solo están operativos el Redondela B y el C. “El A abrió el jueves, pero el sábado ya estaba cerrado. Eso es algo que antes no pasaba”, aseguran.

Es precisamente esa tendencia y variabilidad la que hace ser pesimista a una parte importante del sector mejillonero. Una situación de la que tampoco se escapan otras zonas, como la ría de Muros-Noia, que está completamente cerrada, o incluso la de Arousa, donde a primera hora de ayer el Intecmar decretó el cierre cautelar del parque bateeiro O Grove A, que estaba recién abierto. Ya estaban cerrados el resto de los de O Grove, uno en Cambados y dos en Ribeira.

Uno de los ejemplos más ilustrativos se registró la semana pasada en el polígono Cangas G, situado en la bocana de la ría de Vigo. Este conjunto de bateas de Liméns el día 26, bajo el sistema de análisis integral, ofrecía unos niveles de toxina entre 75 y 120, que permitirían la apertura. Cuando cuatro jornadas después se hizo la segunda analítica el escenario ya había cambiado radicalmente. “A un metro los niveles estaban en el rango de 160 a 300, que aún pueden ser lógicos si el resultado está cerca de 160. Pero es que a cinco y diez metros ya eran de entre 300 y 600”, explican.

En Bueu, que es una de las zonas que más sufre la incidencia de la toxina, las últimas analíticas son de hace casi un mes y en aquel momento los índices estaban muy por encima de los máximos permitidos [el tope es 160]. “Ahora mismo es normal que el Intecmar no venga a analizar a los polígonos de Bueu. Hay zonas de otras rías que por sus condiciones siempre abren antes y ahora mismo están cerradas y sin mejoría, con lo que en Bueu la situación seguro que es peor”, reconocen. La ría de Pontevedra suele ser la primera en cerrar cuando comienza un episodio de toxina y la última en abrir debido a su lento proceso de desaparición. “A lo mejor hay posibilidades de que abra el Cangas A, en Aldán, y el Portonovo A, en Combarro. El resto va a ser muy difícil”, añaden.

Aún así el sector en Bueu no pierde del todo la esperanza, que en este caso podría verse favorecida por los bruscos cambios meteorológicos del invierno. “El 1 de diciembre del año pasado la situación era muy difícil, pero luego vino el mal tiempo y se pudo abrirel día 17. Ojalá vuelva a pasar lo mismo, aunque viendo como están el resto de las rías parece muy difícil”, concluyen.

Demanda “brutal” de producto por parte de la industria ante la falta de existencias en almacenes

Los mejilloneros están detectando este año otro hecho completamente inusual: una demanda “brutal” de producto por parte de las fábricas. Esta situación es inaudita porque a estas alturas la industria suele cerrar por vacaciones hasta después de Reyes y la mayoría del producto se vende para el mercado de fresco. “Pero durante el confinamiento hubo una gran demanda de conservas y las empresas se quedaron sin existencias. Ahora mismo serían capaces de absorber toda la producción del sector y a trabajar durante las navidades para surtir al mercado”, aseguran las fuentes consultadas. El precio de venta para la industria suele ser inferior al del fresco, aunque este año se incrementó ligeramente. La ventaja que sí ofrece al productor es que permite colocar de golpe una gran cantidad de mejillón de la batea y dejar sitio libre para la siguiente cosecha. Dentro de lo malo los mejilloneros reconocen que, aunque sea a un precio inferior que con respecto al mercado en fresco, la demanda de mejillón por parte de la industria continuará después de las navidades. “Ese consumo no se va a perder, a diferencia de lo que pasa con el de fresco: lo que dejes de vender en diciembre no lo vas a recuperar en enero”, sostienen.

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