Vecinos que residen en la calle de Lajes do Pico, en Cangas, más conocida como la bajada de Casa Simón hacia Areamilla, están cansados de luchar desde hace años para que se limpie la maleza de unas parcelas colindantes con sus terrenos que aseguran que podrían pertenecer al complejo de Massó, hoy en día en manos de Abanca. Aseguran que la entidad propietaria de los terrenos de Massó finalmente, y gracias a la insistencia de ellos, limpió en las últimas semanas desbrozando toda la finca de la antigua conservera y ballenera, en Salgueirón, pero no tocó estas dos parcelas que suman unos 2.500 metros cuadrados y que “son una auténtica selva desde nos llegan serpientes y ratones”.
Marcos Molanes es uno de estos dos vecinos afectados que desde 2016 están dando la batalla en el Concello de Cangas para que se desbroce esta “selva” con la que ya no puede vivir, dice. El problema es que en el Concello no tienen claro la propiedad y a estos vecinos les aseguran que una de las parcelas es propiedad de Frigoríficos do Morrazo que en su día vendió Massó a una constructora para desarrollar un proyecto de urbanización con el apoyo de la antigua Caixanova que quedó paralizado por la crisis económica y las protestas; y la otra de un vecino que falleció. Pero estos afectados aseguran que ambas fincas se vendieron con todo el complejo de Massó y que el actual propietario podría ser la entidad bancaria. Aseguran que no son capaces de hablar por este tema con la entidad y todas sus súplicas las dirigen al Concello, al departamento de Medo Ambiente. Quieren que el Concello mueva ficha y dé los pasos pertinentes para saber con certeza quién es el propietario de estas parcelas. Hay que tener en cuenta que la limpieza de estas fincas también es importante de cara a los incendios forestales y sus dueños están obligados a mantenerlas limpiezas, porque de lo contrario se exponen a sanciones por parte del Concello y Xunta.
Los vecinos afectados han recurrido también a la Guardia Civil cuyo Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) levantó un informe de la situación. Sin embargo siguen sin respuesta y ya han pasado tres o cuatro meses desde aquello.
Se muestran desesperados y ya no saben a quien recurrir para que, de una vez por todas, sus quejas no caigan en saco roto y la limpieza de estas parcelas se lleven a cabo.
