Los agentes de las fuerzas de seguridad empiezan la descarga de los fardos. | // G.N.

La jornada del domingo 24 de noviembre de 2019 y las siguientes serán difíciles de olvidar en Cangas y más especialmente en O Hío y Aldán. Las dos parroquias se convirtieron en el epicentro informativo provocado por la aparición de un narcosubmarino con más de 3.000 kilos de cocaína a bordo, lo que provocó la movilización de numerosos medios de comunicación, vecinos y curiosos, a los que ni el frío, el viento o la lluvia arredró. Las imágenes que se vieron el lunes 25 y sobre todo el martes 26 en el puerto de Aldán, con cientos de personas concentradas para seguir las maniobras de llegada, reflotamiento y descarga de la droga, serían imposibles ahora mismo. En aquel entonces todavía no se hablaba del Covid-19, no había necesidad de guardar la distancia interpersonal ni límites de reuniones. “Aquí hay más gente que en la fiesta de la Virgen del Carmen”, decían algunos el día en el que por fin se pudo izar el batiscafo. Una afirmación que en absoluto era exagerada.

El recientemente fallecido Sean Connery protagonizaba en 1990 “La caza del Octubre Rojo”, en la que interpretaba al capitán de un moderno submarino soviético que quería entregarlo a los Estados Unidos . El suceso de la ría de Aldán bien podría ser otra película en la que, pese al color negro de narcosubmarino, se titulase “La caza del Noviembre Blanco”, en atención al cargamento que transportaba. Que aquel domingo 24 de noviembre no era como un día cualquiera era evidente desde primera hora de la mañana: la presencia de embarcaciones de la Guardia Civil, del Servicio de Aduanas de la Agencia Tributaria y Salvamento Marítimo en la zona entre O Foxo y Rabáns, en el entorno de Punta Couso, era visible desde buena parte de la ría de Aldán-O Hío. Además la Guardia Civil montó enseguida controles para verificar la salida de coches desde las aldeas de Pinténs y Vilanova, a los que se obligaba a parar y se comprobaba su interior.

A aquellas horas ya habían sido detenidos los dos tripulantes ecuatorianos, pero aún se buscaba a una tercera persona. Ese tercer hombre, como se supo días después, estaba escondido en una vivienda que en ese momento estaba vacía y situada muy cerca del lugar en el que se hundió el submarino. Cuando apareció y fue detenido presentaba claros signos de encontrarse deshidratado debido a las condiciones y falta de recursos de su escondite.

El aparato quedó a apenas 30 metros de la costa y a una profundidad de unos cuatro metros. Pero las condiciones del mar aquel primer día impidieron sacarlo a flote pese a los esfuerzos de los integrantes del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (GEAS) de la Guardia Civil, que “trincaron” el semisumergible con grandes globos para luego llenarlos de aire y hacerlo subir. Uno de los buzos logró acceder al interior y confirmar la presencia de los fardos de droga, aunque no se podía precisar la cantidad que había en el interior.

Los trabajos se retomaron a primera hora del lunes 25 y esta vez el cordón policial amplió su radio de acción. Si el domingo era posible llegar hasta la piscifactoría que hay en la zona y seguir a lo lejos los trabajos, el lunes los agentes ya no permitían pasar del cruce que sube hacia la urbanización de Punta Couso y solo podían continuar los residentes en la zona. A los medios de comunicación no les quedó más remedio que trasladarse a Aldán o bien sortear a la Guardia Civil a través de los caminos del monte, en una especie de juego al gato y al ratón, para intentar seguir las maniobras y obtener la imagen del narcosubmarino. En esta segunda jornada las condiciones meteorológicas y del mar eran mejores, pero los intentos para sacar a la superficie el batiscafo resultaban infructuosos. Por fin, a las 17.00 horas la proa asomó por encima de la superficie del mar y a las 18.30 horas comenzaba un dificultoso traslado hasta el puerto de Aldán.

Esa travesía quedó abortada a mitad de camino, cuando a la altura de la playa de Areabrava, el sumergible se “soltó” y se fue al fondo, hasta una profundidad de unos 15 metros. En ese momento el remolque había recorrido casi la mitad del camino y en Aldán se le esperaba con gran expectación.El desenlace tenía que esperar un día más.

La maniobra para reflotarlo y llevarlo a puerto se retomó el martes 26 a primera hora de la mañana y esta vez sí se pudo completar con éxito. Con la ayuda de bateeiros de Aldán el narcosubmarino llegaba al puerto alrededor de las 14.30 horas en un verdadero loor de multitudes, con curiosos llegados desde todos los puntos de la comarca y desde Vigo o Pontevedra-

¿Fin del trayecto? ¡Ni mucho menos! A esta odisea aún le quedaban varios capítulos y muchas horas de trabajo a la intemperie de algún violento chaparrón y del frío de finales de noviembre.

El primer intento de subirlo a la rampa del muelle con un sistema de flotadores fracasó al zafarse y volver al fondo, a unos cinco metros. No quedó más remedio que llamar a la artillería pesada: dos enormes grúas Doniz, que hicieron su entrada en la zona pasadas las 18.00 horas.

Pero el narcosubmarino se resistía a emerger definitivamente a la superficie para permitir el acceso al alijo de “fariña” que había en su interior. Cuando los GEAS de la Guardia Civil lograron engancharlo a las eslingas de las grúas y comenzó la lenta maniobra de izado ésta tuvo que pararse al poco tiempo. Cada una de las grúas registraba un peso de 50.000 kilos, debido al agua acumulada en el interior, lo que hacía inviable su levantamiento.

Durante todo este tiempo pese a la lluvia y al frío el puerto de Aldán parecía una inmensa romería. Probablemente ni un concierto de Panorama hubiese congregado a tanto público dispuesto a aguantar tantas inclemencias.

Para aligerar aquel enorme peso fue necesario solicitar la colaboración de Protección Civil Cangas, que con radiales y bombas de achique empezaron a perforar el casco del narcosubmarino para vaciarlo. Al fin, pasada ya la medianoche conseguían posarlo en tierra y el submarino, que en el mar parecía ser más pequeño y poco más que un juguete, se mostró como más grande de lo que parecía.

Todo este despliegue logístico fue una prueba de paciencia para los distintos cuerpos de seguridad, que querían comprobar las dimensiones del golpe asestado al narcotráfico, como para los muchos curiosos que seguían la maniobra. A esa hora de la madrugada algunos ya se habían marchado, pero aún había mucha gente expectante. En cuanto los agentes pudieron acceder al interior del submarino y empezaron a salir los fardos empezaron a escucharse aplausos, “olés” y gritos que iban contando los paquetes. También algunos comentarios poco afortunados, como una pregunta lanzada al aire que decía “vosotros sabéis cuánta hambre se resolvía con uno de esos fardos”, en alusión a su valor económico. Probablemente mucha, pero a costa del cruel sufrimiento y de la miseria de muchas otras familias devastadas por la droga.

Esa larga noche acabó con una “descarga” de más de 150 fardos, que sumaban más de 3.000 kilos de cocaína. Seguro que no era el final que tenían planeado los narcos, pero desgraciadamente seguro que antes y después de esta fecha lograron culminar con éxito otras operaciones que no llegaron a ser descubiertas.