Luis Miguel Domínguez Juncal, natural de Bueu, ejerce como neumólogo en el Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac) y en el Hospital Quirón de la misma ciudad. Se licenció en Medicina y Cirugía por la Universidad de Santiago de Compostela en el año 1981 y acaba de recibir el premio al mejor neumólogo de España. Un reconocimiento que llega en plena pandemia del Covid-19.

–¿Qué cree que han valorado de usted para que se lleve este reconocimiento?

–Ha sido una grata sorpresa. Desde el día que me anunciaron el premio sigo perplejo y abrumado porque es muy difícil encontrar, desde mi punto de vista, una justificación racional a mi candidatura a este galardón. No soy una persona activa en ambientes mediáticos ni en las redes sociales. Mi vida transcurre silenciosamente entre mi casa y los hospitales donde ejerzo pasionalmente mi profesión de médico neumólogo. También intento dedicar todo el tiempo que puedo a mi actualización como neumólogo y colaborar en la formación de otros compañeros de Atención Primaria y los MIR de Medicina de familia. Creo que en mi caso valora mi trayectoria profesional a lo largo de la vida, lo que agradezco enormemente.

–La opinión de los compañeros es importante, pero supongo que la de los pacientes es especial porque entiendo que valoran aspectos como la cercanía en el trato, que es algo de lo que actualmente no anda sobrada la medicina.

–El paciente es el porqué de la Medicina. A mis pacientes les debo las mayores satisfacciones de mi vida profesional. El verdadero premio llega cuando el paciente te da las gracias por tu cuidado, tu dedicación, haberle devuelto la salud o mejorarle su calidad de vida si padece una enfermedad crónica incurable. El paciente debe saber que el médico siempre está a su lado y le acompaña a largo de su trayectoria vital alterada por la enfermedad. La Medicina debe ser la profesión más humanizada. Los médicos no debemos ser obreros de las “fábricas de salud” en que se ha convertido el sistema sanitario actual en esta sociedad deshumanizada y medicalizada.

–Recibe este premio en un año en el que la suya es una de las especialidades más directamente vinculadas con el Covid-19 y a usted mismo el virus le ha tocado muy de cerca. ¿Esa experiencia en sus propias carnes le ha ayudado posteriormente en su trabajo?

–Padecí el Covid-19 en la primera quincena de marzo junto a mi esposa y uno de mis hijos. Tuvimos mucha sintomatología general de la infección vírica, pero no desarrollamos ninguna complicación por lo que pasamos la enfermedad confinados en nuestro domicilio. Para mí no fue ninguna sorpresa padecer la enfermedad porque conozco los riesgos de mi profesión y aconteció en la fase inicial cuando no disponíamos de las medidas de protección –mascarillas, EPI, distancia, ...– que se tomaron posteriormente. A la vuelta al trabajo estuve en consultas y no en áreas de hospitalización de Covid. El papel de los neumólogos ha sido fundamental en la hospitalización Covid por la experiencia en ventilación mecánica no invasiva (VMNI) y en las Unidades de Cuidados Respiratorios Intermedios (UCRI). Se ha aportado una sobredosis de resilencia y realizado un enorme sacrificio atendiendo a los pacientes en situaciones muy difíciles y en condiciones precarias. También debemos agradecer el esfuerzo de arrimar el hombro a todas las personas, sanitarias y no sanitarias, que se han sacrificado por ayudar a los demás.

–Volvemos a vivir momentos críticos, que recuerdan a lo sucedido en marzo y, además de las nuevas restricciones, ya son varias las comunidades que piden abiertamente un confinamiento domiciliario. ¿Estamos a tiempo de que esta segunda ola no se convierta en un verdadero tsunami?

–Los datos de estos últimos días lo reflejan: creo que ya estamos dentro del tsunami y que hay que intentar surfear la gran ola para evitar caer en las siguientes. El confinamiento duro reduce la curva de contagios, pero sin otras medidas no evitará las olas siguientes. No se trata de confinarse para salvar la Navidad. Se trata de evitar el mayor número de muertes y proteger a los más vulnerables. La decisión de un segundo confinamiento es la demostración de un fracaso organizativo.

–¿Qué cree que ha fallado para que volvamos cada día a superar récords negativos de miles de contagios y que el número de fallecidos vuelva a crecer?

–Soy un médico clínico. No soy un especialista en Salud Pública ni en Epidemiología. Creo que fundamentalmente han fallado las medidas preventivas. Es posible que la desescalada del verano fuese demasiado rápida. En los meses de verano hemos sido más cigarras que hormigas, si nos aplicamos a esta fábula. No hemos aprovechado el tiempo para tomar medidas muy necesarias: reforzar la atención primaria para dedicarse a la atención clínica y la prevención; reforzar la Salud Pública para rastrear de forma intensiva, diagnóstico precoz de los infectados y estudio de sus contactos; evitar aglomeraciones en transporte público; realizar cribados masivos solo donde epidemiológicamente se aconseje... Hace unas semanas 55 sociedades médicas solicitaron establecer un protocolo nacional ante el aumento de casos de Covid-19 “con criterios científicos, sin intervención política”. El título del documento, remitido al presidente del Gobierno y presidentes de las comunidades autónomas, así lo indica: “En salud, ustedes mandan, pero no saben”.

–España presumía de tener uno de los mejores sistemas de sanidad pública del mundo, algo que a la vista de lo que ha pasado estos meses parece como mínimo discutible. ¿Qué deberíamos aprender de esta experiencia?

–España tuvo uno de los mejores sistemas de salud del mundo, pero sigue teniendo uno de los mejores colectivos de profesionales de la salud del mundo. Desde hace años las crisis económicas y las políticas neoliberales precarizaron la sanidad pública, sobre todo atención primaria y servicios sociales, sin inversiones en salud pública y manteniendo un modelo hospitalocentrista. Se fue convirtiendo en un sistema muy insuficiente para hacer frente a los problemas de salud de la ciudadanía y las pandemias que han ido apareciendo en los últimos años. Es necesario cambiar el modelo mejorando la salud pública, los servicios sociales y la atención primaria. La salud de la población depende de la “salud pública” que es la disciplina que tiene como objetivo prevenir la enfermedad y proteger, promover y restaurar la salud de todos, incluyendo la salud laboral y medioambiental.

–Como profesional, ¿qué siente al ver a una parte de la población, incluso médicos, que son negacionistas con respecto al Covid-19?

–El negacionismo una respuesta ante una situación de amenaza que no se quiere admitir. Siempre han existido negacionistas, escépticos y personas que están en contra de la realidad, de la medicina científica y defendiéndolas pseudociencias. Entre ellos, se han colocado personas radicales, de mala fe, que quieren aprovechar la situación para enriquecerse, que son antisistema, etc. Siempre se les ha permitido alzar su voz, utilizar medios de comunicación y publicidad. Creo que la situación de tragedia pandémica que vivimos, con miles de enfermos graves y muertes deberíamos aplicar tolerancia cero con los negacionistas.

“Bueu tiene una deuda pendiente con el doctor Ignacio Lis”

–La medicina tiene mucho de vocación. ¿Cuándo supo que quería ser médico y cómo se decidió por la Neumología?

–Siempre quise ser médico. En mi memoria no existe ningún recuerdo de haber deseado otra profesión distinta de la Medicina. Mi ídolo era mi médico de cabecera, don Ignacio Lis, que también ayudó en mi nacimiento. Desde niño, cuando me preguntaba que quería ser de mayor, siempre le decía que quería ser médico. El doctor Lis me ha dejado unos recuerdos inolvidables y mi agradecimiento es eterno. Creo que el pueblo de Bueu tiene una deuda con ese médico que dedicó toda su vida a sus habitantes y ayudó a venir en este mundo a cientos de nosotros. Mi inclinación por la Neumología fue un flechazo. Durante mis años de estudiante de Medicina me inclinaba por la cirugía y durante mis vacaciones acudía a un sanatorio de Pontevedra para ir aprendiendo de grandes profesionales. En el último año de la carrera tuve que realizar una rotación por el Servicio de Medicina Interna del Hospital de Montecelo. Aquí surgió el flechazo por la Neumología.

–¿Qué mensaje trasladaría a la población en estos momentos tan complicados?

–Es una situación grave que superaremos todos juntos con disciplina y solidaridad. Manténganse bien informados a través de fuentes oficiales recomendadas. Tengan cuidado con las noticias falsas y no las reenvíen. Los profesionales de la salud y sobre todo su médico de cabecera son sus mejores aliados. Cumplan las recomendaciones cotidianas de prevención (uso de mascarillas, distancia, higiene, ventilación) y de confinamiento si se lo recomiendan las autoridades sanitarias. El coronavirus no tiene amigos ni horario ni avisa por donde va a pasar. Cualquier desliz o mal cumplimiento de las normas puede significar la muerte de un ser querido. La muerte no tiene billete de vuelta.