Bueu y Moaña celebraron ayer su Día de San Martiño más atípico, reduciendo los actos solamente a las ceremonias religiosas y con misas marcadas por la restricción a la mitad del aforo de las iglesias.

En Moaña las fiestas del patrón pasan por ser cada año las celebraciones más concurridas. En esta ocasión la asociación organizadora decidió no celebrar verbenas nocturnas ni otro tipo de actos festivos debido a la situación de emergencia sanitaria. Al mediodía se ofició la misa solemne y se prescindió de la procesión posterior que siempre abarrotaba el entorno del núcleo histórico de Moaña. Tampoco abrieron los tradicionales furanchos en los bajos de las casas y muchas familias de Moaña celebraron el día grande en la “sesión vermú” acudiendo a varios bares del entorno de la iglesia románica. La comisión sí que tiró fuegos.

El presidente de la asociación organizadora, Humberto Gestido, explicó ayer que la asistencia a la misa fue pequeña “porque todos saben que hay límite de acceso” y lamentó ver el núcleo histórico vacío en una fecha tan señalada. Además de la afluencia a los bares, solo dos puestos de rosquillas que se establecieron por su cuenta indicaban que Moaña celebraba a su patrón.

En Bueu la celebración de San Martiño no es tan multitudinaria, pero este año quedó reducida a la mínima expresión: sin verbenas ni la tradicional exposición de fotos antiguas. A mediodía se celebró una misa solemne, sin procesión, y a la que acudieron unos 80 vecinos. Entre los presentes estaban el alcalde, Félix Juncal, y la portavoz del PP, Elea Estévez.