Este año acompaña la cantidad de recurso y la calidad del mismo, pero no las circunstancias. La centolla regresó ayer a los mercados después de una veda de algo más de cuatro meses bajo el signo del coronavirus. El cierre de la hostelería, tanto en buena parte de Galicia como en el resto de España, provoca que en este inicio de campaña la demanda de este marisco tire a la baja, lo que redunda inevitablemente en los precios. El primer día en Cangas el crustáceo se cotizó a un máximo de 13,50 euros el kilo y en Bueu a poco más de 10 euros, muy lejos del umbral de los 20 euros que se registró en la jornada de apertura de hace un año.

En el primer día de campaña en Bueu salieron más de una veintena de embarcaciones y las capturas globales ascendieron a más de 800 kilos de centolla, una cantidad ligeramente superior a la del año pasado. El precio medio del marisco fue de 8 euros, con un máximo de 10,25 y un mínimo de 6 euros el kilo. La sensación entre la flota es que este año se ve recurso, aunque no por igual en todas las zonas. “En la parte interior de la ría parece que no se ve y tuvieron que salir hasta Ons”, contaba ayer durante la subasta el patrón mayor bueués y presidente de la Federación Provincial de Cofradías, José Manuel Rosas.

El cierre que afecta a la hostelería se dejó sentir en la escasa presencia de compradores y a la lonja de Bueu apenas acudieron cuatro comercializadores. “Ojalá se mantuviese una situación más o menos similar durante las próximas semanas. Es verdad que los precios no son buenos, pero hay que tener los pies en el suelo y saber que con la hostelería cerrada hay pocos compradores”, subraya Rosas. La mayoría de la producción, al menos de momento, parece destinada a las plazas de abastos y al consumo al por menor.

Uno de los aspectos que más preocupaba en este inicio de campaña era el posible basculamiento de la flota, especialmente la del pulpo, debido a las pésimas capturas y a la nula mejoría de la pesquería. Sin embargo, ese trasvase no ha sido tan pronunciado como se podría temer. “Los primeros días siempre hay más barcos, pero también hubo embarcaciones que normalmente van a la centolla y por ahora no han empezado”, apunta José Manuel Rosas. El plan de explotación cuenta con un tope de capturas de 35 kilos por cada tripulante enrolado y a bordo y otros 35 por embarcación.

En Cangas comenzaron la campaña casi una quincena de embarcaciones, que regresaron a puerto con 700 kilos de centolla. El producto alcanzó un precio máximo de 13,50 euros, aunque se trataba de un lote pequeño. A continuación hubo cantidades más importantes que se vendieron a 11,40 euros, 10,70 euros o 9,70 euros el kilo. La subasta reunió a más de media docena de compradores y comercializadores.

Pese a que los precios fueron mejores que en Bueu entre la flota canguesa la sensación era de “desánimo”, tal como apuntaban al cierre de la jornada desde la cofradía. “El problema no es el primer día, sino los que vienen después. Habrá que ver si los compradores que había hoy en la lonja [por ayer] son capaces de vender el producto y a qué precio compran en los próximos días”, añaden.

Al igual que en Bueu, la flota canguesa detecta después del primer día de trabajo que este año hay abundante centolla y de calidad. “La sensación es que este podría ser un año bueno, pero lo que no hay es mercado”, se lamentan.

Debate apertura

Como cada año en las semanas previas a la apertura de la campaña volvió a surgir de manera soterrada el debate sobre la conveniencia de demorar el final de la veda y prolongarla hasta finales de noviembre o principios de diciembre. Un debate con más sentido si cabe este año precisamente por el cierre de la hostelería, la limitación de reuniones sociales y la anulación de numerosas cenas de empresa. “Siempre pienso que es mejor dilatar la apertura, tanto por el recurso como por el precio. Pero este año también es verdad que hay tener las circunstancias en las que estamos: la flota no tiene muchas alternativas a las que ir y la gente está desesperada”, reconoce el patrón mayor de Bueu y presidente de las cofradías de Pontevedra.

Ante esta situación lo más probable es que durante los próximos días el número de barcos vaya disminuyendo y que buena parte de la flota se reserve para el puente de diciembre –que es cuando se prevé levantar los cierres perimetrales y a la hostelería– y para las fechas navideñas.