- Se habla de la igualdad en el ámbito laboral, pero se deja en un segundo plano esa igualdad doméstica.
- La igualdad dará un paso de gigante el día que el hombre se incorpore a la conciliación de la vida familiar, a las tareas domésticas. Se ha conseguido la integración en el mercado laboral y en la educación, pero no todas las mujeres son trabajadoras e independientes, y muchas de las que trabajan lo hacen de forma precaria. El hombre debe asumir su rol porque las mujeres no nacen con un máster de cuidados. La mujer no debe tener un empleo precario, pedir reducción de jornada o excedencia por estar en casa. La casa debe ser algo en común.
- Esta situación al final desemboca en otra, en la existencia de muchas mujeres que no tienen una pensión al no haber trabajado fuera de casa.
- Este es uno de los mayores dramas que viven las mujeres, ya no solo las mayores de 65. Es un colectivo invisible. ¿Qué pasa con esas mujeres que hartas de los malos tratos se separan a los 70? No han estudiado, han vivido otra época y su rol era cuidar de marido e hijos. ¿y de qué viven si se divorcian? Alguna tiene que hacerlo con 300 euros. Hay que crear líneas de ayuda para ellas porque tampoco supone ningún desequilibrio presupuestario. A mí es de lo que más angustia me produce, porque se trata de una injusticia histórica.
