La versión reducida por la pandemia del SonRías Baixas, rebautizado este año por las circunstancias sanitarias como Micro SonRías, echó el cierre anoche con una velada marcada por el rap y la música urbana del artista Rayden. Por segunda noche consecutiva el concierto central se celebró en el recinto de A Estacada, cuyo aforo se redujo a 800 personas sentadas con la pertinente distancia de seguridad y con el uso obligatorio de mascarillas. El público accedió desde las 20.00 horas hasta el comienzo del concierto, más de dos horas más tarde. La organización considera estos conciertos como "acústicos amplificados".

Sobre el escenario Rayden demostró su habilidad para fusionar géneros musicales así como por la combinación de ingenio y ternura que adornan sus letras, no escasas tampoco del compromiso social propio de este tipo de ritmos urbanos.

La actuación más intimista del día, el microconcierto, estuvo limitado a 20 afortunados asistentes que disfrutaron de una actuación cercana de Arco, que incidió en el rock y el flamenco que ya dejó un gran sabor de boca a los asistentes del concierto principal de este viernes. Esta actuación se celebró en el atrio de la iglesia románica de Santa María de Cela, con los músicos tocando mientras el público observaba al fondo los maravillosos paisajes de la ría de Pontevedra desde las alturas.

El microconcierto se completó con una propuesta gastronómica para difundir las delicias propias de las mesas bueuenses. Además de comida, los asistentes participaron en una degustación de vino tinta femia. El mejillón y el pulpo de la ría fueron algunas de las viandas de las que pudieron disfrutar.

18 años

La organización del SonRías Baixas, uno de los principales festivales de la comarca, espera recuperar la normalidad en la próxima edición, cuando se cumplirán 19 años de una cita ineludible en la programación cultural de Bueu cada verano.