La culpa no es de los canes, que no están obligados a conocer la legislación vigente, sino de esos dueños o dueñas que los llevan a donde no toca en tiempo y forma. Porque, si bien el espacio natural es de todos y para todos, y la higiene de muchos perros no desmerece de la de sus propietarios, en plena temporada estival no procede invadir los arenales con mascotas que saltan sobre los tomadores de sol, chapucean junto a los bañistas e incluso defecan en las lindes de las toallas, añadiendo riesgos sanitarios al perfume ambiental. Cada vez hay más quejas, que la escasez de plantilla policial no siempre logra atender, por lo que urge una nueva llamada al civismo.