Dos veces por semana, y desde hace 14 años, un nutrido grupo de vecinas moañesas reciben clases de zumba en la Casa da Cultura de Berducedo e Piñeiro, impartidas por la monitora Fátima Ferradás. La pandemia de covid-19 alteró su rutina, primero con el confinamiento y luego con la distancia interpersonal, pero la imaginación le ha ganado la partida al virus y el grupo se ejercita desde ayer sobre el antiguo vial de servicio de la Autovía do Morrazo, al pie del embalse de O Meixueiro.

El local social del colectivo de Berducedo y Piñeiro, que acoge múltiples actividades desde hace casi tres décadas, se queda pequeño para las exigencias actuales derivadas del coronavirus, explicaban ayer las protagonistas, sin perder el ritmo marcado por la monitora y los éxitos que salen del aparato musical e invitan a mover el esqueleto. En las semanas más críticas intentaron mantener la actividad a través de internet, pero nada como el encuentro físico. Buscaron alternativas y esta semana probaron con la explanada del Meixueiro. Primero, sobre zahorra, y luego se pasaron al asfalto, en dos grupos de siete alumnas más la monitora repartidas en turnos de mañana y tarde, lunes y miércoles. De este modo, el antiguo vial de servicio del Corredor do Morrazo, que estaba en desuso, recupera actividad.

Y lo de sacar la actividad física a la calle arranca con éxito en plena primavera, porque Fátima Ferradás también lo practica ya en O Souto, de Domaio, con la Asociación Poza da Moura.