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"De 13 días en la UCI no puedo dar recado"

José Luis Sotelo regresó ayer a su casa en el Casco Vello de Cangas tras un mes y medio ingresado en Povisa por Covid-19

José Luis y África, su mujer, ayer, en su casa de Cangas. // G.Núñez

"Tardaré un tiempo en superar las lesiones y recuperarme del todo, pero no es comparable con lo que pasé; durante una etapa no fui consciente de nada", confiesa José Luis Sotelo nada más llegar a su casa en el casco histórico de Cangas tras pasar 44 días luchando contra el virus en el hospital Povisa, que ayer le dio el alta aunque temporalmente conectado a un pulsioxímetro -aparato que mide la saturación de oxígeno en los tejidos- y una bombona para oxigenar los pulmones si los niveles descienden.

Su odisea contra el covid-19 comenzó el 13 de marzo, el mismo día en que se decretó el estado de alarma frente a la pandemia. José Luis tenía tos y malestar que fueron creciendo hasta que el 19 tuvo que ser ingresado tras un evidente deterioro en su estado de salud. En Povisa le confirmaron que estaba contagiando por covid-19, al igual que su mujer, aunque en ella los síntomas fueron mucho más leves y tres días después ya estaba en casa. El tenía por delante 40 más, una cuarentena que se confirmaron con absoluta precisión.

Recibimiento al vecino de Cangas José Luis Sotelo

Recibimiento al vecino de Cangas José Luis Sotelo

"Llevaba tres días en una habitación en planta, pero la cosa se agravó y me metieron en la UCI. Me intubaron y de los 13 días siguientes no puedo dar recado", relata perceptiblemente emocionado. "Viajé a lugares desconocidos, apocalípticos, adonde te lleva la imaginación en estado de delirio", describe. Lo último que recuerda antes de entrar en el ascensor que lo conduciría a la unidad de cuidados intensivos es a su mujer despidiéndose y la incertidumbre ganando protagonismo. De esa etapa crítica en la que estuvo intubado y se llegó a temer por su vida aún le quedan secuelas físicas en la garganta y agarrotamiento en los músculos, aunque los profesionales médicos trabajaron en paliarlos con absoluta entrega, y lo siguen haciendo. "Las atenciones han sido exquisitas, extraordinarias, tanto a mi como a las demás personas enfermas", confiesa, sin esconder su orgullo con el sistema sanitario.

Con el respiro de haber superado la enfermedad -el fin de semana le confirmaron el negativo en covid-19, solo unos días después que a su mujer-, José Luis Sotelo medita sobre el origen del contagio. Cuenta que a mediados de febrero él y su mujer participaron en una excursión colectiva a Valladolid, y posteriormente compartió una degustación de lamprea con varios amigos en una aldea de Ponteareas. Días después, algunos comenzaron a notar síntomas del contacto con coronavirus y tuvieron que someterse a distintas pruebas, aunque ninguno con la virulencia que padeció José Luis.

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Su ingreso hospitalario se produjo el 19 de marzo, justo cuando se cumplía un mes del viaje con otros jubilados a Valladolid y solo unos días después de la comida de amigos. "No sé si ya llevaba la enfermedad o me la contagiaron otros, dónde pudo ser o cuánto tarda en desarrollarse y manifestarse". Sí tiene más claro que el covid-19 es un enemigo fuerte que se ha llevado a muchas personas y que él ha podido derrotar con la gran ayuda de médicos, enfermeras o fisioterapeutas.

Cuando recuperó la consciencia y lo subieron a planta desde la UCI, "tenía una debilidad extrema y era incapaz de comer o de moverme en la cama" . Problemas que van quedando atrás con el apoyo de los profesionales y de los que espera quedar inmunizado. También de su familia, que ayer lo recibió en su vivienda de Cangas, que mira a la alameda, con una pancarta en el balcón: "Bienvenido a casa".

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