En Moaña el fin del cerrojazo a la industria y la construcción concluyó ayer con el regreso de distintas actividades. Si bien las obras públicas como el Camiño Real de Tirán o la reforma integral del parque de Samertolaméu siguen paralizadas por precaución, en varias viviendas en obras regresaron los operarios de la construcción. Pero sin duda el mayor movimiento se vivió en la zona de astilleros de A Guía, en Meira. Las empresas de construcción naval volvieron a una aparente normalidad tras dos semanas sin trabajar. Eso sí, las pautas de seguridad son cada vez más extensas. "Los trabajadores deben cambiarse en casa o en los coches, de momento. Para evitar que estén todos juntos en los vestuarios y puedan mantener la distancia social", explican desde una empresa. Otras cuentan con vestuarios portátiles.

Otros astilleros desvelan el gasto en equipos de protección, teniendo el cuenta la subida en el precio. "Solo en mascarillas y filtros hemos gastado unos 600 euros esta semana", apuntan desde Industrias Navales A Xunqueira. Señalan también que cuentan con varias garrafas de gel desinfectante pese al alto precio que alcanza en estos momentos en el mercado. Su plantilla con unos 60 empleados regresó ayer al trabajo. A todos se les realiza un control de temperatura al comienzo de cada jornada, para evitar riesgo de contagio de coronavirus.

Por su parte, en Calderería Industrial y Naval, del empresario moañés Vicente Verdeal, en Bouzas, en donde trabajan unos 50 vecinos de O Morrazo, se han establecido medidas para respetar las normas, se mide la temperatura a los trabajadores antes de entrar en los barcos y se les dota de EPIS. Además se ha instalado otro vestuario, que es portátil, para que no se junten muchos trabajadores, en el recinto hay botellas de hidroalcohol y se ha desinfectado todo el taller.

Por otro lado, los integrantes de la plataforma de empresarios auxiliares afectados por impagos de los grandes astilleros del naval solicitaron ayer a la Administración, "que no se olvide de nosotros", apunta su portavoz, Balbino Barcia. "Es insostenible llevar más de una década esperando por el pago de trabajos millonarios y ahora los compañeros que siguen operativos están sufriendo por partida doble con el confinamiento", desvela.