Con la meteorología como innegable aliado, cientos de personas se dieron cita ayer en el entorno del Pazo de Santa Cruz para disfrutar del día central de las Festas de Banda do Río en honor a Santa Ifigenia. Los fieles iniciaron por la mañana su particular peregrinación hacia la pequeña capilla que guarda la imagen de una santa con fama de ser abogada de los problemas de la piel. Y a ella se encomendaron numerosas personas, que siguieron atentamente la misa solemne y que contemplaron cómo se sacaba a Santa Ifigenia a hombros para una procesión en torno al recinto religioso, antes de devolverla al interior del mismo. Luego más de uno acudió a solicitar los favores de una santa etíope muy anclada en la tradición religiosa de la villa buenense.

Mientras, a escasos metros del Pazo, una multitud se agolpaba para disfrutar de uno de los placeres gastronómicos asociados a estas celebraciones, la sidra. Cuatro cosecheros de la zona -a última hora se cayó uno de los cinco previstos- repartieron el preciado líquido de tradicional elaboración a precios populares: dos euros la taza y cuatro euros la botella. Así, no fue de extrañar que pocos quisieran perderse la oportunidad de degustar el néctar, entre ellos incluso el conselleiro de Facenda de la Xunta de Galicia, Valeriano Martínez, muy vinculado al municipio buenense. De este modo, los asistentes dieron buena cuenta de los casi 800 litros que se repartieron. La organización invitó a los productores a vender los excedentes abajo, en el recinto de la fiesta, pero estos ya dijeron que se habían quedado sin existencias.

El otro punto de atención lo concentraron las pujas, una costumbre que año tras año concentra la curiosidad de los asistentes a la fiesta y que regala interesantes piques con el aceite como protagonista. En esta ocasión las cuatro botellas más caras se llegaron a pagar a 35 euros cada una, pero hubo varias más que se vendieron a 30 y a 20 euros. La más barata, por contra, costó 10 euros.

En paralelo a la fiesta, la Asociación de Vecinos Banda do Río apostó por instaurar un reconocimiento a personajes y establecimientos con raigambre en el barrio. Para estrenar el palmarés se escogió a uno de los locales con mayor historia, la Panadería A Bicha, fundada en la década de 1860. Los descendientes de Francisco Lorenzo y Carmen Santos, repartidos ahora en dos establecimientos (A Bicha y Panadería Amador) fueron los encargados de recibir el diploma, que fue entregado en el Museo de la Carpintería de Ribeira de Banda do Río.

Pero faltaba el colofón a unas fiestas en las que la música tiene un importante peso. Si en días anteriores habían actuado formaciones como Pontevedra, Capitol, Marbella y Televisión, ayer se subió al escenario una de las orquestas más prestigiosas de Galicia, París de Noia, con experiencia además en estas celebraciones. Y lo cierto es que su espectáculo no decepcionó a nadie, con canciones más que reconocibles y unos ritmos que invitaban a mover las caderas y a aprovechar los últimos compases de una fiesta que deja un buen sabor de boca y se despide hasta el próximo año.