A las 21.30 horas el templo olía a agua bendita, incienso y cera quemada. En la puerta esperaban los cofrades mayores y también los pocos políticos que acudieron a la procesión de la Virgen de los Dolores, en cuyo honor es festivo local en Cangas. El jefe de porteadores decidía el lugar en el que se tenía que poner cada uno de los 30 que iban a soportar los casi mil kilogramos de este paso de Semana Santa. No es fácil porque la imagen tiene que ir equilibrada en alturas por delante y por atrás, pero evitar cualquier riesgo. Y mientras, en el atrio del templo se hablaba del universo, de la imagen del agujero negro que marcó un hito en la ciencia, de los agujeros de gusano y de la teoría de la relatividad. Todo muy alejado del misticismo de la Semana Santa. Al pie de la puerta principal se vendían velas y cirios para la ocasión y la Banda de Música Bellas Artes dejaba oír algún instrumento.

El paso de la Virgen de los Dolores salió sin dificultad del templo, engalanado con orquídeas y datrovio que rodeaban la imagen con hermosos candelabros que lucían en la noche gracias a las potentes baterías con las que cuenta el paso de un tiempo a esta parte. No hubo requiebros, solo el himno nacional que interpretó la banda de música a su salida, a la que siguieron los cientos de flashes de fotógrafos aficionados que esperaban a la Virgen como aquellos peregrinos que asaltan la Virgen del Rocío. Aquí, en Cangas, el fervor es más comedido, aunque se empieza a ver con frecuencia capuchones con los pies descalzos, que en apariencia son jóvenes.

Ya no hay peligro de bajar por la calle Real con el paso a cuestas. Los tendidos eléctricos y de teléfono se levantaron y ya no hay peligro de que la imagen tropiece en las alturas. Al llegar al final de la calle Real, los 30 porteadores de la Hermandad de los Dolores realizaron un giro de 360 grados del que estuvieron atentos los cientos de feligreses que flanqueaban las calles para ver pasar el fervor de Semana Santa, que no hacía más que empezar. Tras ese giro, la procesión enfiló la calle de Eduardo Vincenti y prosiguió por Montero Ríos para dar la vuelta a la Alameda y regresar a la ex colegiata, un templo que rebosaba religiosidad, pero también ajetreo. Las largas jornadas de Semana Santa no habían hecho nada más que empezar y aún había mucho que preparar para los próximos días. Mañana es Domingo de Ramos y sale en procesión la Borriquilla.