Por un momento, en la mañana del miércoles se sembró el pánico en el estanco Rozabales, en Aldán. A los pies de un cliente cayó fulminada una paloma. Los vecinos miraron a un lado y a otro y barajaron la hipóstesis de que había sido abatida por un disparo de escopeta. Desde el estanco de Rozabales se alertó a la Guardia Civil y también a la Policía Loca de Cangas, que inspeccionaron la zona y también a la pobre ave.

A las fuerzas del orden les bastaron unos minutos para deducir que la paloma colisionó contra el cristal de los apartamentos que están situados encima del estanco Rozabales, que esa fue la causa de trágica muerte del ave y no otra. No hubo disparos de escopeta ni de ninguna otra arma. Sí que es cierto que la fuerza con la que la paloma chocó provocó un fuerte estruendo y que pudo confundirse con un disparo de escopeta.