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Manuel González "Purro": "La obra del astillero quedó bien, pero ahora queda lo más importante: debe tener vida"

Purro recuerda que los barcos "siempre fueron el corazón de Bueu"

Manuel González "Purro", ayer en Banda do Río, delante del astillero rehabilitado. // Santos Álvarez

La primera fase de la rehabilitación del astillero de Banda do Río está concluida, a falta de las certificaciones técnicas. El resultado está a la vista de todos, para poder opinar en un sentido u otro. La carpintería se conoce popularmente como la de Purro, el sobrenombre de su último responsable, Manuel González, y de su familia. Ayer habló con FARO para dar su opinión de los trabajos, una conversación durante la cual volvieron a quedar de manifiesto las opiniones encontradas que genera el proyecto. Un vecino que paseaba por la zona se paró para mostrar su contundente malestar por el resultado final, unas críticas que el carpintero ya jubilado no compartía. "Hay que respetar todas las opiniones", dice.

-La obra ha generado controversia y opiniones diferentes durante los últimos meses. ¿Cuál es la suya, que se pasó toda su vida trabajando en la carpintería?

-Yo creo que la obra quedó bien. Hay quien opina que se tiró con todo y que se aprovechó poca madera de la que había. Pero, ¿cómo ibas a aprovechar unos pilares de eucalipto viejo, que después de más de diez años lloviendo dentro no estaban bien? No es idéntico, pero es una copia que está bastante bien hecha y en la que se aprovechó todo cuanto se pudo, como las cerchas.

-Esa madera de eucalipto que no se pudo aprovechar se sustituyó por otra diferente.

-La madera es diferente, pero la estructura es igual. Creo que la rehabilitación sirve para ver como era una carpintería de ribera y que la gente se haga una idea. ¿Qué aquella viga era de eucalipto y que ahora, porque no se pudo aprovechar, es de pino? Es verdad, pero es la misma viga y está en el mismo sitio. De todos modos, yo creo que lo más importante es lo que debe venir a partir de ahora. El envoltorio ha quedado bien, pero para mí lo importante es el contenido, lo que hay dentro.

-¿El proyecto de musealización que debe licitarse ahora?

-Sí. La carpintería tiene que ser algo vivo, con actividades dentro para mostrar como era antes. Si no lo que queda es un chiringuito que estaría muy bien a modo de terraza para tomarse algo viendo a la playa.

-¿Qué idea propone usted?

-Se pueden exponer las herramientas, actividades para explicar cómo se hacían los planos de los barcos e incluso se podría contar con Os Galos para reparar dentro del astillero alguna embarcación tradicional de madera. Yo podría ayudar en algo, aunque ya tengo 80 años. También se podrían exponer imágenes antiguas, que reconozco que yo no guardo muchas. Se puede proyectar el video que grabó Os Galos sobre el proceso de construcción del último bote polbeiro, un proyecto que me hizo mucha ilusión y por eso colaboré con ellos. Pero lo importante es que sea un espacio vivo, que signifique algo.

-¿Puede ser el atractivo turístico que se pretendía?

-Si es algo vivo creo que sí. Ya era un atractivo turístico cuando la carpintería estaba activa. Recuerdo que cuando estaba trabajando había mucha gente que se paraba en la zona, daba vueltas al astillero para ver como se trabajaba y como hacíamos los barcos. Preguntaban con curiosidad y hacían fotos.

-En el acto del sábado se decía que un pueblo que no conoce su identidad no tiene futuro. ¿Cree que la carpintería puede ayudar a mantener esa parte de la memoria de Bueu?

-Los barcos siempre fueron el corazón de Bueu, rara era la casa en la que no había algún bote. Por eso las carpinterías de ribera eran fundamentales. Es interesante consevarla y que se explique en que consistía este oficio.

-Pasó prácticamente toda su vida en esta carpintería. ¿Alguna vez pensó que sería tan importante como para llegados a este punto rehabilitarla?

-La verdad es que no. El primero en trabajar aquí fue otro vecino de Banda do Río y después de la Guerra Civil mi abuela la compró para mi padre, que aprendió el oficio en beluso con José de la Torre [el primer vecino paseado en Bueu]. Mi padre decía que sabiendo un oficio igual no te hacías rico, pero que nunca te ibas a morir de hambre. Yo empecé a trabajar a los 14 años, aunque ya le ayudaba antes, al salir de la escuela. Cuando me jubilé, allá en 2003, no pensé que se pudiese conservar..

-¿Qué es lo que echa en falta en la obra?

-Es una pena que no se pudiese reconstruir al menos una parte de la rampa de madera hacia la playa, que era la que servía para hacer llegar los barcos al mar. En los últimos años de actividad los barcos grandes yo ya los tenía que hacer en una esquina de la playa.

-¿Recuerda cuántos barcos pasaron por sus manos?

-¡Uff! Échele una media de dos o tres barcos al año, más las reparaciones. Teníamos encargos de la zona, de A Guarda y alguno llegó de Tarragona. El barco más grande que hice fue el "Sivaniño", un palangrero para A Guarda que debía tener unos 26 metros de eslora.

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