Eran cerca de las diez de la noche cuando saltaban todas las alarmas en Cangas y por las redes sociales empezaban a circular mensajes. Se advertía de que no se saliera de casa porque había un hombre armado en las inmediaciones del campo de fútbol, en una casa de la Avenida de Lugo. Miguel Ángel Vilarinho Fernández, de 52 años, se había atrincherado en la casa de su pareja con una escopeta de caza, con la que dos horas después, sobre las doce de la noche, se pegaba un tiro en el hombro que le causó heridas, aunque no se temía por su vida. A la una menos cuarto de la madrugada lo trasladaban en camilla para ser evacuado en ambulancia a un hospital.

La Guardia Civil recibió la denuncia de lo que pasaba a través de la propia pareja sentimental, sobre las 21.40 horas. Miguel Ángel Vilarinho forzó la puerta de la vivienda de su pareja y entró. Estaba vacía. Un tiempo después llegaba la mujer pero al ver la puerta forzada ya dio la alerta a la Guardia Civil. La patrulla que se personó en la casa fue recibida con un disparo por el agresor. De inmediato se montó un operativo de seguridad y se acordonó las inmediaciones de la vivienda. Quedó prohibida la circulación en un radio de unos 50 metros.

A las diez de la noche había cuatro patrullas de la Guardia Civil y una hora después ya eran, al menos, nueve.

Todo apunta a un caso de violencia de género y que el motivo que llevaron a Miguel Ángel Vilarinho a la vivienda fue que su pareja lo había dejado. Miguel Ángel pasaba por una mala situación y estaba bajo tratamiento psiquiátrico, según apuntan fuentes cercanas a las fuerzas del orden, y ya había intentado sacarse la vida hacía unos días.

Durante la semana parece ser que propició varios episodios de enfrentamiento con su pareja. Incluso la Policía Local tuvo que acudir a un piso donde se encontraban.

Un allegado, tras confirmar la identidad del atrincherado, se puso en contacto con Vilarinho a través del teléfono, incluso llegó a las inmediaciones de la vivienda con permiso de la Guardia Civil. Por teléfono él le decía que su pareja le había dejado, que su hija no quería saber nada de él, que sus padres tenían demencia senil y que se iba a matar.

Al cabo de un rato fue cuando se oyó el disparo en el interior de la vivienda. La Guardia Civil entró, él estaba inconsciente, tirado en el suelo, con una herida en el hombro. Todo hace suponer que se intentaba suicidar pegándose un tiro, pero como el cañón de la escopeta era demasiado largo, no apuntó bien.

El alcalde de Cangas, Xosé Manuel Pazos, estuvo pendiente del operativo a través del jefe de la Policía Local que le informaba puntualmente.

Este suceso vuelve a poner en evidencia el problema de la falta de armas y chalecos en la Policía Local de Cangas, que sólo dispone de pistolas en el turno de noche y contados policías. El turno de tarde de ayer carecía de armas por lo que no pudo atender la llamada de la Guardia Cicil para prestar auxilio. Sí acudió con el cambio de turno, cuando entró la brigada nocturna, después de las diez de la noche.

El alcalde de Cangas, Xosé Manuel Pazos, estuvo pendiente del operativo a través del jefe de la Policía Local que le informaba puntualmente.