La industria morracense acumula un nefasto período de siniestros marcados por el fuego. En la madrugada del 19 de diciembre de 2011, un incendio arrasó la mayor conservera de Cangas, la de Lago Paganini en las naves de Ojea. No hubo daños personales, pero el fuego, que se atribuyó a un cortocircuito, obligó a paralizar seis meses la actividad de una plantilla de casi cien personas, mujeres en su mayoría. En julio de 2016, se retomó en una nueva nave de A Portela acondicionada con una inversión de 2,5 millones de euros y financiación de la Xunta. Aquel fuego también afectó al cese temporal en Conservas Iglesias, que contaba con unos 40 empleados y que recientemente trasladó su producción a Moaña. El 16 de agosto de 2012, ocho meses después de que la fábrica de Lago Paganini fuese arrasada, otro cortocircuito generó un incendio que dañó la nave de Conservas Alonso en Castiñeiras, en Bueu, que empleaba a unas 40 personas. Palacio de Oriente recuperó su actividad de forma paulatina, tras la reconstrucción, y un año después se reincorporaron al trabajo una veintena de mujeres dedicadas a la manipulación y envasado.