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Luz sobre la huella romana en Bueu

El viernes se presenta en el Museo Massó la memoria de los trabajos arqueológicos en Pescadoira, que sacaron a la luz una industria salazonera y alfarera del siglo II d. de Cristo

Recreación de trabajos en la salazón de Pescadoira. // A.Menéndez/F.Borge

"La arqueología ha descubierto por el momento solo algunos jirones. Una parte ha desaparecido en el tiempo y otra todavía espera pacientemente a ser iluminada". Así resume Fructuoso Díaz el estado de los restos arqueológicos hallados en el año 2000 en Pescadoira y que suponen el testimonio más valioso sobre el pasado romano de Bueu. Esa reflexión se incluye en "O mundo antigo no Museo Massó e a romanización en Bueu", que es el balance de aquella campaña de excavaciones y sus principales conclusiones. Un trabajo que ha tardado quince años en salir a la luz y que será presentado mañana viernes en el propio museo buenense, a partir de las 20.30 horas y con la presencia del propio autor.

Las excavaciones en las antiguas instalaciones de la conservera de Alonso revelaron que muchos siglos antes los romanos ya se habían dado cuenta del potencial de este entorno y allí existió una próspera industria salazonera. "Debio haber un periodo de inestabilidad entre finales del siglo II y principios del III después de Cristo y se recuperó durante los siglos III y IV", explica el arqueólogo. Los trabajos sacaron a la luz un zona de piletas en forma de U en torno a un patio central abierto, una zona de talleres para poder trabajar el pescado antes y después de ser introducido en las piletas y un horno de ánforas. Ese horno de ánforas es precisamente una de las características "singulares" de este complejo industrial puesto que se trata del único de estas características hallado tan al norte. Ahí se fabricaban las ánforas en las que se transportaban las conservas de Bueu y Vigo a otros puntos del Imperio Romano. Los arqueólogos han sido capaces de identificar hasta dos tipos de recipientes y que han bautizado como Ánfora San Martiño de Bueu I y II.

Fructuoso Díaz sostiene en el libro que "no resulta descabellado" pensar que esta factoría conservera del mundo antiguo dispusiese de sus propias salinas. De hecho, el nombre de Bueu se puede relacionar con una referencia a una zona pantanosa, como precisamente era As Lagoas. La actividad industrial parece que se mantuvo hasta algún momento del siglo IV después de Cristo. "La actividad no fue desmantelada bruscamente, sino abandonada. Probablemente por las turbulencias políticas y militares del momento, que desarticularon las redes comerciales regionalesy convirtieron en inutil una producción de salazones que nadie reclamaba", sostiene en el libro Fructuoso Díaz. Ese patio central debio estar en uso hasta el siglo III porque allí se hallaron restos cerámicos de esa fecha y una moneda de bronce acuñada por el emperador Adriano en el año 117 d.Cristo.

Ese abandono y reocupación como espacio habitable parece coincidir con la llegada de los germanos a la Península Ibérica, hacia el año 409 d.C. De hecho en el solar se halló una hebilla circular de oro con una larga aguja recurvada, un hallazgo que se relaciona con la "cultura material de los dirigentes de las tropas bárbaras" procedentes del centro de Europa a inicios del siglo V. El uso industrial parece que dejó paso a un uso residencial y en la zona "se intuye" la presencia de una villa romana de tres estancias, en una de las cuales se llegó a encontrar un horno doméstico.

Pero para seguir arrojando luz sobre esta parte de la historia de Bueu hace falta continuar excavando en los solares anexos para sacar nuevos vestigios y valiosa información acerca de como era aquel Bueu de los primeros siglos de nuestra era.

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