Un domingo de palmas y olivos

Miles de personas participaron ayer en la tradicional festividad de Ramos en Cangas, Moaña y Bueu

O Morrazo

"Hay costumbres muy nuestras", reza un eslogan turístico que hace hincapié en los múltiples motivos que tienen los extranjeros para visitar nuestro país y en una de cuyas imágenes aparece la procesión del Domingo de Ramos, con Jesús entrando en Jerusalén a lomos de una borriquilla y miles de personas siguiendo la escena. Aunque promocionar esta fecha como una celebración autóctona pueda ser un exceso, pues la festividad es practicamente universal, en la comarca de O Morrazo ese hábito pervive y goza de buena salud, si para medirla se tienen en cuenta las miles de personas -particularmente familias con niños- que salen a la calle para compartirlo, como sucedió ayer en Cangas, Moaña y Bueu.

En la villa canguesa, el lleno anual está asegurado y, aunque algunos de los asistentes habituales apuntaba ayer que no era el año con mayor concurrencia a la Alameda Vella, el espacio libre era bastante escaso para que se movieran con fluidez centenares de fieles que portaban ramos de olivo, laurel o las palmas, adquiridas en los puestos del mercadillo. Allí aguardaron, a media mañana, a que el párroco Severo Lobato -que se estrenaba en esta lides en Cangas- procedió a bendecirlos ramos. En un acto que algunos devotos interpretaron como más breve que de costumbre, el paso de la borriquilla marcó el regreso al templo de la excolegiata en procesión, acompañada por los tambores de cofrades.

Moaña también celebró la festividad con su tradicional representación de los apóstoles tras la procesión que partió de la alameda y realizó un recorrido hasta la iglesia parroquial del Carmen, en donde a mediodía se ofició la misa. En San Martiño, parroquia matriz del municipio, también salieron fieles a conmemorar este pasaje histórico.

En Bueu, la bendición de Ramos fue más madrugadora y se celebró en la explanada de la capilla de San José, como ya es costumbre, para partir luego en procesión hasta la iglesia parroquial de San Martiño. Y en Beluso, con protagonismo de los niños, problemas logísticos impidieron celebrar la tradicional procesión entre la capilla de Sanamedio y la iglesia de Santa María.

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