Los dos heridos en el incendio que se declaró a media mañana de ayer en el instituto María Soliño de Cangas gozan de buena salud. Porque ni el fuego quemaba ni sus consecuencias eran como para actuar los médicos. En realidad se trataba de un simulacro para poner a prueba los sistemas de alerta del instituto y la respuesta de los equipos de emergencias. Todo funcionó según lo esperado, y los afectivos de Emerxencias Protección Civil y de la Policía Local volvieron a sus bases una hora después sin registrar en sus partes diarios otra incidencia más allá de la anécdota.

La voz de alarma se dio en torno a las diez y media de la mañana debido a un incendio que se había detectado en el salón de actos atrapando en su interior a dos alumnos, que no encontraban la salida debido al intenso humo. El personal de emergencias entró al inmueble dotado de equipos de respiración autónoma y llegaron hasta las "víctimas". Una de ellas pudo salir por su propio pie, apoyado en los efectivos actuantes, pero otro tuvo que ser izado a una camilla y fue necesario colocarle una máscara de oxígeno mientras se organizaba su traslado a un centro hospitalario.

El simulacro en el María Soliño es uno más de los "entrenamientos" que se realizan cada año en Cangas para poner en práctica el Plan Municipal de Emerxencias, que trata de coordinar a todos los efectivos disponibles y tenerlos listos en caso de que la emergencia sea real. Estas actuaciones generan gran expectación por el ruido de sirenas y el número de personas que moviliza, pero la única secuela es el recuerdo inmortalizado en cámaras y móviles.