La parroquia moañesa de Tirán se quedó ayer sin una de sus vecinas más conocidas: María Francisca Bolívar Sequeiros. La viuda del escritor José María Castroviejo Blanco-Ciceron falleció ayer a los 98 años de edad, después de permanecer varios días hospitalizada debido a su delicado estado de salud. El cuerpo fue trasladado ayer a la casa familiar y allí fue velado en la intimidad familiar. El funeral ha sido hoy a las 13.15 horas en la iglesia de Tirán y a continuación fue enterrada en el cementerio parroquial, donde la familia Castroviejo posee un panteón.

Francisca Bolívar Sequeiros se casó con José María Castroviejo Blanco-Ciceron en el año 1938 y al poco tiempo se trasladaron a Tirán, pero la mujer era natural de Bueu. Era hija de Tomás Bolívar Massó y Amalia Sequeiros. Su padre era el propietario de un almacén de salazón llamado "Moreu" -en la actual Avenida Montero Ríos-, fue el primer administrador de la lonja de Bueu, agente de banca y encargado de la antigua Caja de Pontevedra, tal como recogía José María Estévez Castro en su libro "Reconocer Bueu". Francisca Bolívar era la más joven de cinco hermanos. Dos de sus hermanas eran Amalia y María Ángeles Bolívar, casadas con Gaspar y José María Massó respectivamente. Su otra hermana era María Eugenia, muy conocida en Bueu por ser la matrona de la localidad y los jardines situados frente a la playa de Banda do Río llevan su nombre. Su único hermano era Tomás Bolívar, que fue comandante de la Escuela Naval Militar de Marín.

José María Castroviejo y Francisca Bolívar tuvieron once hijos, tres de los cuales ya fallecieron: Carmen, la historiadora María Francisca y el prestigioso biólogo Santiago Castroviejo. Uno de sus hijos es el diplomático José María Castroviejo, que ayer agradeció las numerosas muestras de condolencia recibidas y explicaba que su madre, cuya familia "era descendiente de Pedro Madruga", era una persona "muy amable, trabajadora, tolerante y profundamente religiosa, aunque no beata".

Algunos vecinos de Tirán aún recordaban ayer cómo durante muchos años Francisca Bolívar cogía su coche, un Citroën conocido popularmente como "Cuatro Latas", para ir a vender leche a Cangas y a muchas casas de la zona. Esos ingresos eran muy importantes para ayudar a una familia tan numerosa y completar el sueldo que percibía José María Castroviejo Blanco-Cicerón: 1.000 pesetas como profesor universitario y 1.500 como director de El Pueblo Gallego. "Lo que hicieron ella y mi padre tiene mucho mérito porque sacar adelante tantos hijos en una época tras la Guerra Civil y la II Guerra Mundial no era fácil. Fue un trabajo muy duro en el plano físico e intelectual", recordaba ayer José María Castroviejo Sequeiros.

Arraigo en Tirán

A pesar de que la mayoría de sus hijos estaban repartidos por distintos lugares de España y del mundo Francisca Bolívar Sequeiros nunca quiso abandonar la parroquia de Tirán ni la casa familiar. "Nos reuníamos en Navidad y ella seguía muy activa hasta no hace mucho tiempo. Incluso tenía a una persona contratada para que siguiese trabajando la finca", explica su hijo.

José María Castroviejo destaca la implicación y el arraigo de su madre con la parroquia de Tirán y explica que su salud no empezó a resentirse de manera grave hasta hace poco tiempo, a consecuencia de una caída en la que se fracturó la cadera. "Era una persona muy querida, llena de bondad", concluye.