Los tres buques contrabandistas no muestran, de momento su pabellón, sino que adivinando las intenciones del Hermosa Rita se colocan desafiantes en línea en disposición de combate al tiempo que tratan de tomar barlovento para mejor maniobrar. Ante semejante reto el "Hermosa Rita" rompe fuego con la colisa de proa para que se detuvieran. Molestos los contrabandistas responden los tres a un tiempo con toda su artillería. La pelea se inicia a las a las seis de la madrugada y durante siete horas se mantuvo un vivo duelo artillero, hasta las once del medio día cuando doblaban la punta de Cabo de Udra, cesó el fuego. Las siete horas de combate acabaron por escasear la pólvora y munición y viendo que la fuerza de sus enemigos era abrumadoramente superior se vio obligado a abandonar el escenario de la pelea con graves daños en su estructura. El bergantín español, decidió tomar rumbo hacia el interior de la ría de Aldán sin dejar que sus dos colisas dejasen de disparar hasta agotársele la munición definitivamente.

Completamente derrotados, el bergantín Hermosa Rita es perseguido de sus enemigos que no dejaban de dispararles, tratando de abordarles por babor y estribor. Ahora solo quedaba salvar la tripulación por lo que deciden dirigirse a la costa para saltar a tierra, pero antes se inclinan por una rendición honrosa. Un oficial y un marinero a bordo del bote se dirigen con bandera blanca hacia la polacra capitana y su compañera para parlamentar, al objeto que cesase el fuego, todo finalizase y "que cada uno continuase su viaje en paz y no serían perturbados" La polacra capitana arrió la bandera roja en señal de parlamentar, el resto de los contrabandistas mantenían todavía la bandera de combate izada, venían hacia ellos haciendo vivo fuego con su colisa de proa disparando sin tregua deseaban a toda costa arrojando bala y metralla el resto de los buques seguían con pabellón de combate y su deseo era hundirlos a toda costa

Pelea

Medio encallado entre las rocas parte de la tripulación del bergantín saltó a tierra, las polacras gibraltareñas dirigían ahora sus disparos a los desembarcados que trataban de huir entre las rocas. Los contrabandistas furiosos por la falta de negocio y los destrozos causados por la artillería del bergantín español no daban cuartel. Mientras tanto los del bote cuya intención era dialogar una honrosa derrota deciden dirigirse a la polacra capitana que había arriado la bandera de combate. El trato dado a nuestros compatriotas no fue cordial, la emprendieron a golpes y malos modos con los que estaban sobre cubierta, se nos trató como piratas haciendo que los delincuentes fuésemos nosotros -denunciaba le capitán Varela ante notario- al extremo de encerrar a los que quedaban a bordo en la bodega del barco bajo la amenaza de ahorcarnos a todos y acto seguido cogieron a uno de los marineros lo amarraron a proa lo golpearon con el sable. Pretendían así atemorizarnos para darnos un escarmiento.

Serían las seis de la tarde, cuando después de quemar lo que quedaba del bergantín, decidieron soltar en tierra a la tripulación a excepción al capitán, dos oficiales y el marinero sentenciado a la horca. Cuando se hizo noche liberaron a todos menos al marinero sentenciado escarpando ente los peñascos que con la ayuda de unos vecinos los condujeron a Bueu denunciando a día siguiente estos hechos ante el notario don José Benito Arís

Epílogo

La presencia de estos contrabandistas en nuestras tierras se ha olvidado, el único rastro de su presencia se conserva a través de la palabra carcamanes que el tiempo desvirtuó y modificó ligeramente su significado. Por aquel entonces el vocablo carcamán tenía la connotación de marinero genovés, aventurero, ruin, despreciable de baja condición,.

Reflexiones

Siempre he sentido envidia este principio muy tenido presente por cualquier ciudadano de cualquier país: "con los míos, siempre, con razón o sin ella" que olvidándose de ideologías y sectarismos forman una piña en torno a la autoridad de turno frente al oponente. Es lamentable afirmar que esta elemental y razonable regla carecemos los españoles, en especial nuestros progues que con posible responsabilidad de gobierno, prefieren vincularse a la causa inglesa a formar esa sólida piña al lado del gobierno en estas cuestiones. A ellos les recuerdo este poema de J. Bartrina (1850- 1880) que curiosamente era catalán.