Antes de que se hiciera "famoso" por promover con total contundencia el no a que las islas Malvinas volviesen a estar bajo el dominio argentino, Antonio Cordeiro ya era muy conocido en las islas por su cargo: representante de la cooperativa de armadores. Llegó allí hace 25 años, cuando la pesca comenzó a ser un sector importante en las islas, más aún que la lana de las ovejas. La pesca dinamizó la pequeña ciudad de Stanley y convirtió su puerto en referencia para un caladero muy apreciado por los españoles y también por polacos y japoneses.

Antonio Cordeiro está convencido de que la guerra fue una equivocación por ambas partes, pero sí sirvió para que los ingleses se volcaran en las islas. "Ahora mismo tenemos un nivel de vida casi como un emirato árabe", señala Cordeiro que admira la seriedad con la que trabajan los ingleses, refiriéndose a los propios isleños. Llegó a Stanley después de abandonar, por amor, la profesión de marino mercante. Dio clase en la Escuela Náutico Pesquera, pero buscaba otros alicientes, así que se lanzó a la aventura. "Nunca había oído hablar de la cooperativa de armadores antes de ir a la entrevista. Después resulta que conocía a muchos de ellos, pero fue así mejor. "Por lo menos sé que me escogieron por lo que valía". Cordeiro fue nombrado su representante en Las Malvinas.

Afirma que sí, que es el único gallego que queda en estas islas. Aclara que su hijo el mayor no se puede considerar gallego porque nació en León y que el otro vive en Cangas. Comenta que en temporada de vacunación acude una veterinaria que es de Vigo y que también de vez en cuando algún biólogo gallego aparece por Stanley para realizar alguna investigación. Él reside en las islas con su segunda mujer, una irlandesa por la que corre sangre escocesa, a la que conoció porque era la profesora de su hijo pequeño.

Insiste mucho en que no habla "como un estómago agradecido", que cuando dice que las islas deben seguir bajo la soberanía británica es porque lo piensa sinceramente. Manifiesta que la inseguridad jurídica es mucha, como se pone de manifiesto en hechos muy recientes como el de la empresa Vieira o el del Piscator: "Aunque estuviese fuera pescando, al armador siempre le conviene pagar la multa, de otra forma tardaría meses en salir de puerto, enredado en un largo proceso".

Si la distancia fuese menor, Antonio Cordeiro se plantearía seriamente eso de estar seis meses en Cangas y otros seis en la Malvinas. Aunque jubilado, aún no descarta seguir trabajando en las islas. "Si viene una oferta buena, lo pensaré".

Ahora pasa sus vacaciones en Aldán, aunque él es de O Hío. El más que nadie es consciente de la rivalidad entre ambas poblaciones, pero se lo toma de broma. Comenta que pasa sus vacaciones en el sur de O Hío. Y lo hace mientras habla con unos vecinos de Aldán que se reúnen en el muelle para charlar y pasear. Cordeiro es un hombre tranquilo, al que le gusta el sosiego de la ría mientras habla de su vida.