Este fin de semana se cumplen 85 años de la llegada a Vigo de Guglielmo Marconi a bordo de su yate “Electra”. Aquella visita que iba a ser privada y discreta acabó convirtiéndose en todo un acontecimiento. El inventor de la radio y Premio Nobel en 1909 recorrió los alrededores de Vigo y Pontevedra e hizo escala en Bueu. Allí conoció a los Massó y les instó a crear un museo. Gaspar y José María le hicieron caso y él volvió en 1932 para inaugurarlo.

"Reúnan todos esos objetos desperdigados en vitrinas adecuadas, más esos magníficos modelos de navíos de guerra, sin olvidar los incunables góticos. Compren esa casita vieja que me mostraron y vean de formar un pequeño Museo con estas reliquias. Cuando terminen estos trabajos les ruego, por favor, que me avisen porque me comprometo a inaugurarlo, sin autoridades ni estrépitos oficiales". Los receptores de tan imperiosa orden eran Gaspar y José María Massó. Ambos escuchaban estupefactos la sincera sorpresa y admiración con la que Guglielmo Marconi hablaba de la colección que había de dar lugar al Museo Massó. Los dos hermanos cumplieron con el encargo del Premio Nobel y cuatro años después, el 26 de noviembre de 1932, Marconi regresó a Bueu para inaugurar el lugar. Y ciertamente debió ser sin "estrépitos oficiales" porque resulta complicado encontrar constancia en la prensa de la época de esa inauguración y mucho menos fotografías. Si la hay de la primera visita, en la que maravillado recorrió junto Gaspar y José María las instalaciones de la conservera de Bueu y que concluyó con el mencionado encargo. Ayer se cumplieron justamente 85 años: el 11 de mayo de 1928.

Foto de portada de FARO DE VIGO, con el yate "Electra" ("Elettra") de Marconi en Vigo en el año 1928. Archivo FARO DE VIGO

Las manifestaciones arriba recogidas forman parte de algunas de las notas mecanografiadas, con anotaciones a mano, de Gaspar Massó y que él mismo tituló "El museo marinero de Bueu" y "La visita del inventor Marconi y sus derivaciones imprevisibles". El ingeniero y físico italiano llegó al puerto de Vigo aquel 11 de mayo de hace 85 años a bordo de su yate "Electra" y acompañado de su esposa. La visita había sido preparada con sigilo y discreción, a petición del propio Marconi, por el consul de Italia en Vigo, Guido Paganini. Este hombre era un conocido industrial de la salazón y luego de la conserva, amigo personal de Giuseppe Fanzzina Ambroggio, un italiano que tenía una salazón en Loureiro, tal como explica el profesor Arturo Sánchez Cidrás. Paganini venía frecuentemente por Loureiro, donde su pariente Pietro Montemerlo había trabajado alquilando la salazón de Francisco Pazó, donde hoy está el Hotel Loureiro.

Lo cierto es que según cuenta en esas notas el propio Gaspar Massó, toda la discreción que pedía Marconi en esa visita de 1928 "no pudo cumplirse debido a que la Dirección del Puerto de Vigo se apresuró a dar conocimiento de la llegada de tal personaje al Alcalde la ciudad", que en aquel entonces era Mauro Alonso. El regidor se presentó "sin más preámbulos" a bordo del "Electra" junto a el presidente de la Cámara de Comercio, Tomás Mirambell, y el de las Entidades Viguesas, Manuel Román, para invitarlo a un almuerzo en el Hotel Moderno.

Guglielmo Marconi (1874-1937), Premio Nobel de Física en 1909.

Guglielmo Marconi (1874-1937), Premio Nobel de Física en 1909. Archivo

La prensa de la época relata que tras ese almuerzo Guglielmo Marconi y su esposa fueron invitados a realizar una "excursión" en automóvil por los márgenes de las rías de Vigo y Pontevedra: "Saliendo por la carretera de Pontevedra hasta Figueirido, desde donde siguieron por San Adrián de Cobres, subiendo luego por el monte Gaján (sic) continuando luego hasta Bueu, donde visitaron las fábricas de conservas allí establecidas, que elogiaron cumplidamente, regresando por Cangas, donde esperaba el yate "Electra", en el cual regresaron a Vigo".

La parada en Bueu fue para visitar la factoría de Massó y allí Gaspar y José María, además de enseñarle las instalaciones, le mostraron los libros, objetos y demás material que ya en aquel momento poseía la familia. "Como lloviznaba lo entretuvimos mostrándole José María sus habilidades en la construcción de veleros, primeramente, y enseñándole después los magníficos modelos de navíos de guerra del siglo XVI recién adquiridos en unión de astrolabios y viejos objetos de náutica que empezábamos entonces a coleccionar por afición". Toda esa colección, que en aquel momento no formaba aún un museo sino lo que se conocía como un gabinete de maravillas, impresionó a Marconi.

La firma de Guillermo (Guglielmo en italiano) Marconi en el libro de honor del Museo Massó de Bueu, 26 de noviembre de 1932. Museo Massó

Un comendatore "simpático"

Gaspar Massó habla con cariño y respeto de Marconi, al que se refiere habitualmente como el "comendatore", un término italiano que designa un título honorífico y que se podría traducir como comandante. También asegura que el científico e inventor que "impresionó al Mundo con la transmisión de la voz humana (...) en conversación directa" resultó ser una persona "sencilla y simpática".

Un hombre al que, entre todo cuanto le muestran, le llaman la atención dos cosas. "Su curiosidad se detuvo, precisamente, en los pliegos de las transacciones habituales de los negreros hacia América desde los siglos XVI al XVII" porque al parecer Marconi "jamás había visto y leído los documentos de estas ventas de 'carne humana viviente'", cuenta en sus notas el empresario. Una de esas transacciones es la que se reproduce a continuación, fechada en Salamanca en 1558: "Venta que hace Alonso Serrano, vecino de Zamora por poder de Alonso Ordóñez de Villaquirán, de un esclavo llamado Felipe, de 25 años, color negro atezado, 'que no es fugitivo, ni ladrón, ni enfermo de gota coral ni borracho, ni tiene enfermedad contagiosa clara ni encubierto, ni tiene espíritus, ni se mea ni orina en la cama', a favor de Don Alonso Anaya, vecino y Regidor de Salamanca".

Reproducción del documento original de la venta de un esclavo, fechada en 1558 en Salamanca, y que causó gran sorpresa e indignación a Guglielmo Marconi.

Reproducción del documento original de la venta de un esclavo, fechada en 1558 en Salamanca, y que causó gran sorpresa e indignación a Guglielmo Marconi. Museo Massó

Al leer esto, según relata el propio Gaspar Massó, la reacción del inventor y Premio Nobel fue exclamar estupefacto: "¿Cómo es posible vender hombres sean blancos o negros por dinero?". La respuesta de los Massó fue que esa había sido "una práctica corriente entonces para repoblar las ricas tierras americanas de la Pampa y Monteamérica, carentes de brazos" y tras algunas consideraciones sobre el comercio de esclavos, concluyen que "estas abominables transacciones de esos negros africanos, fueron suprimidas afortunadamente en tiempos posteriores por los gobiernos, que pusieron fin a un comercio de ignominia". Al parecer la respuesta del "comendatore" Marconi fue un "E vero, e vero" (es verdad, es verdad).

Un "primitivo instrumento"

El segundo objeto que concitó la atención del inventor italiano entre "las reliquias de otros tiempos (...) y trastos" que le mostraron los Massó no deja de ser curioso: una zanfona. En uno de sus documentos de notas mecanografiadas Gaspar Massó afirma: "Lo cierto es que aquel chirimbolo (sic), desconocido del gran inventor, fue la nota más emocionante de aquella tarde". Los empresarios le explicaron que se trataba de "un primitivo instrumento musical de los juglares de la Edad Media", a lo que Marconi les respondió: "Deben ustedes reparar esta pieza bastante deteriorada, que jamás había visto". Aún añadió que aquellos tiempos de los juglares "eran más felices que los actuales, demasiado agitados" (la época entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial).

La zanfona que llamó la atención del premio Nobel Guglielmo Marconi en el Museo Massó y que pidió que se reparase. Museo Massó

Gaspar y José María Massó aún tuvieron tiempo de mostrarle un nuevo "chirimbolo" al "comendatore" Marconi, esta vez uno que le resultaba mucho más conocido. "Le mostramos nuestro primer aparato de radio, recién importado de Francia, de la marca Vitus (...), que sólo podía oírse con auriculares", cuenta Gaspar. Al parecer la respuesta de Marconi fue "airada" y "contundente": "Tiren a la basura ese chirimbolo que aspira a imitar los que ahora se construyen bajo mi inspiración, sin precisar de esos molestos auriculares, porque son para viva voz normal".

Gaspar Massó (1892-1990).

Gaspar Massó (1892-1990). Museo Massó

El colofón a esa visita de Guglielmo Marconi a la fábrica de conservas de Bueu y al gabinete de maravillas que atesoraban los Massó fue su exhortación a Gaspar y José María para construir lo que hoy es el Museo Massó. El entusiasmo del insigne inventor fue acogido con cierta sorpresa e incluso incredulidad por los empresarios, que parecían no acabar de creerse las palabras de Marconi. "Al apercibirse de nuestro escepticismo, por la escasez notoria de modelos, insistió nuevamente prometiéndonos inaugurar la sala en que se expusieran tales objetos, avisándole con un mes de antelación", cuenta Gaspar.

José María Massó (1899-1981).

José María Massó (1899-1981). Museo Massó

Finalmente los dos hermanos decidieron cumplir el "semejante capricho" de Marconi, con "general satisfacción nuestra", y el inventor italiano cumplió lo prometido. "Años después, el ilustre inventor de la Telegrafía sin hilos, el Comendatore Guillermo Marconi cumplió su palabra, inaugurando sencillamente el Museo Marinero el día 26 de noviembre de 1932 ", escribe Gaspar Massó.

Tan sencillo fue ese acto que no existen fotografías conocidas del mismo y el inventor y premio Nobel firmó de manera escueta en el libro de honor del museo, simplemente su nombre: Guglielmo Marconi y la fecha. Un día histórico para Bueu y Galicia.