"La mejor forma de disfrutar de un museo es vivir la experiencia en primera persona", sostiene Covadonga López de Prado, directora del Museo Massó de Bueu. Con esta misión se une al programa de actividades de la institución una serie de excursiones por la ría para mostrar a grupos de doce personas el encanto marinero de la villa. Una experiencia real que permite tomar contacto directo con el medio en el que se desarrolla la actividad pesquera, conocer de cerca el sistema de explotación de las bateas, la pesca del pulpo, el conocimiento de las señalizaciones marítimas y del entorno costero, y muy especialmente navegar en una embarcación que es un exponente de la carpintería de ribera tradicional.

Para ello, el museo vuelve a contar con los servicios del "Chasula", un buque que abandonó su alma marinera para convertirse en una embarcación con fines turísticos. Es un barco pesquero de 14 metros, construido en el astillero de 1958. Pescaba con el arte del cerco, y navegó durante varias temporadas por las costas del Cantábrico en busca del atún y bonito del norte. Su actual dueño y patrón, Isidro Mariño Cadarso, primer director de la Escola de carpintería de Ribeira de Marín, lo adquirió en 2003, y lo restauró con sus propias manos para convertirlo en un exponente del patrimonio marítimo gallego.

Esta particular ruta comienza con un vídeo introductorio y una breve explicación dentro de las instalaciones del museo marinero, y continúa con una visita marítima de dos horas de duración.Isidro y Leiro, el marinero del barco, se encargaron de explicar las artes marineras mientras los visitantes pudieron curiosear por todas las instalaciones de la nave. En un momento dado Isidro fue llamando a los grumetes para que tomasen el timón y manejasen el buque, una experiencia que permite disfrutar de una manera diferente del encanto del mar.

Para conocer en primera persona cómo se trabaja en las bateas, el patrón dirigió la embarcación al lado de un bateeiro para poder explicar de forma directa cómo se desarrolla la cría y recolección del mejillón. La mayoría de los tripulantes desconocía el funcionamiento de esta práctica. "Coger la cuerda, soltarla. Volver en meses. Coger la cuerda, soltarla. Volver en meses. Menudo trabajo", suspiraba uno de los visitantes mientras se hacía a la idea de lo que es trabajar en las bateas.

Las lecciones que se dieron a bordo fueron sin duda más que efectivas pues algún que otro tripulante ya está deseando repetir la experiencia. Una vez finalizado el viaje, y ya con los pies en la tierra, los participantes tuvieron claro que "la vida del marinero es todo lo contrario a lo que nos podemos imaginar los de tierra", reflexionaba otro de los participantes. A pesar de ello, la tripulación del "Chasula" se mostró muy satisfecha y agradecida. Con aplausos, los doce grumetes se despedían del capitán y su marinero hasta la próxima visita.