Los cinco alumnos del IES Johán Carballeira que el pasado mes de marzo estrenaron el programa Erasmus ya están de vuelta en casa. Los jóvenes tuvieron la ocasión de realizar sus prácticas profesionales durante tres meses en Portugal e Inglaterra, una experiencia que para ellos fue enriquecedora y que "sin dudarlo" se la recomiendan a sus compañeros del centro. Para una de las jóvenes, Silvina Silva, el resultado fue tan bueno que incluso la empresa –una compañía española relacionada con el mundo de las artes gráficas- le propuso un contrato de trabajo, una oferta que ella decidió no desaprovechar.

Los estudiantes que tuvieron la oportunidad de acogerse a esta modalidad del programa Erasmus son tres jóvenes del ciclo de Administración, Lorena Pereira (que estuvo en la localidad inglesa de Bristol), y Silvina Silva y Andrea Otero (ambas estuvieron en la misma empresa en Lisboa), y dos chicos del ciclo de Soldadura, Lucas Prieto y Javier Marín, que también compartieron trabajo en una empresa. La valoración que realizan es prácticamente unánime: "Nos trataron muy bien y éramos como un trabajador más. Nos daban las directrices del trabajo y luego tenían mucha confianza en nosotros, no estaban constantemente encima", relatan. Esa impresión positiva es recíproca, tal como desvela la coordinadora de Programas Europeos del Johán Carballeira, Ana Freijeiro. "Cada dos semanas mantenía contacto con sus tutores y todo eran buenas palabras hacia ellos", afirma.

La posibilidad de irse de Erasmus es además toda una experiencia de vida, tal como reconocen los jóvenes. Para todos fue la primera ocasión de vivir de manera casi independiente, lejos de su hogar y de sus familias, con todo lo que ello implica. "Tuvimos que buscar alojamiento y al principio fue complicado porque casi nadie alquilaba por un periodo de tres meses", recuerdan. Javier y Lucas vivían juntos en Vendas Novas y finalmente encontraron donde alojarse gracias a la ayuda de un compañero de trabajo. A Silvina y Andrea les ocurrió algo muy similar en Lisboa y gracias a la hermana de una de ellas pudieron encontrar un sitio donde vivir. Por su parte, Lorena vivía con una amiga de su jefa que precisamente buscaba a una persona para compartir piso. Ella tuvo que enfrentarse al cambio más grande, tanto a nivel de idioma como de horarios. "Me preparé bastante con el inglés en la Escuela de Idiomas y además había realizado un curso en la Menéndez Pelayo y el año pasado estuve Miami con una beca", explica.

El aspecto económico es quizás el más complicado. Aunque todos contaban con una ayuda de 280 euros de la Unión Europea y distintas becas, lo cierto es que no cubrían todos sus gastos y además aún las cobrarán dentro de unos meses. "Sin la ayuda de nuestras familias sería imposible", concuerdan. Pero envían un mensaje claro y contundente al resto del alumnado del instituto. "Es una experiencia que vale la pena, la recomendaríamos sin pensarlo un momento", sentencian.