El comedor de Casa Simón conserva el diseño de los años 60. Es peculiar, nada sobra en su aparador y en sus paredes cuelga, en fotografías, la historia de grandes comidas, de estómagos agradecidos, en las que además de buena mesa con mariscos y pescados, había glamour. Hay fotografías del cantante Julio Iglesias, que siempre que retorna a Galicia intenta volver al restaurante que conoció en los veranos con su padre en Cangas; de Anthony Quinn, de don Juan, padre del Rey Juan Carlos, del empresario Fernando Fernández Tapias, que sigue acudiendo al establecimiento; del periodista Luis del Olmo y de la propia familia fundadora, de Josefa Ana González Martínez, a la que todos conocen como "Pilar", "doña Pilar"; de su marido, "Simón", ya fallecido, y que curiosamente tampoco se llamaba así sino Celestino Pintos Rial, como del único hijo varón y alma del restaurante, Pepe "Simón", que murió con solo 51 años. También aparece su mujer con las dos hijas del matrimonio Ana y Marta Pintos, de 40 y 35 años, respectivamente. que ahora regentan el local en lo que es la tercera generación. Muestran la misma sabiduría de trato que su padre en el comedor y que su abuela en los fogones. El recuerdo de Pepe Simón invade el local. Antes de entrar, en la fachada una placa le anuncia. Fue descubierta en el año 2000, cinco años después de su fallecimiento, a iniciativa del Concello de Cangas que le dedicó la calle que pasa por delante del restaurante y baja al mar, la playa de Areamilla. La placa, con un perfil de Pepe Simón recuerda "o seu labor, bon facer, xenerosidade e decisivo impulso á promoción e divulgación da cociña galega e vila de Cangas". Él fue uno de los fundadores de la Asociación de Amigos da Cociña Galega.

La fundación. Lo que empezó siendo una pequeña casa de comidas que servía tapas, en la zona de Balea, en la parroquia de Darbo, en Cangas, se convirtió después en un gran restaurante y uno de los mejores de Galicia, que incluso dio a conocer la localidad por encima de sus encantos paisajísticos. El restaurante se fundó en 1948. Las hermanas Ana y Marta aseguran que lo fundó su abuelo, marinero, que traía el marisco y el pescado; y su abuela que acudía a Vigo a diario para vender la mercancía. No pueden decir ciertamente por qué a su abuelo le llamaron siempre Simón y a su abuela Pilar, pero eran apodos de familia. Pese a sus 90 años, la fundadora, que sigue residiendo enfrente del restaurante, como el resto de la familia, acude a diario al local, rebosante de felicidad y se sienta en la entrada, rodeada de los cuadros que el artista vigués Ernesto Bao pintó a esta familia cuando residió en la zona y que hablan también de la historia de Simón abuelo y de la actividad pesquera en el Berbés de Vigo. A Pilar le gusta engalanarse, luce grandes perlas en las orejas y no pierde la coquetería de pedir que le arreglen el pañuelo al cuello cuando se le fotografía. Ana y Marta aseguran que el restaurante fue siempre su casa, como también fue para su padre y sus dos hermanas. Dicen que se criaron, de igual manera, en el comedor, en la cocina, con su madre o su abuela, "y siempre con mucho lío, bullicio, con el mar siempre presente, entre grandes comidas, celebraciones y famoseo". Era una explosión de personal. Llegó a haber hasta 50 personas trabajando, "entre los hermanos de la abuela, las tías que también trabajaron hasta que se casaron...". Por eso ninguna de las dos cambiaría la decoración del comedor porque, al igual que para ellas forma parte de su vida, también lo es para la de muchos clientes que siguen acudiendo al establecimiento, sobre todo en verano, en una relación casi familiar que se hereda de generación en generación.

Las ostras. Casa Simón empezó a tener fama ya de la mano de Simón abuelo y con la especialidad de las ostras y los mariscos. Mucha gente de fuera empezó a conocer Cangas por el restaurante, asegura la nueva generación. Ana, que ya hacía la compra con su abuela en la Plaza de Cangas, reconoce que le apasiona el negocio, aunque la época sea complicada, e insiste en que es su casa, "donde nos criamos". Marta estudió Administración y Dirección de Empresas en Vigo y al acabar cogió también las riendas del negocio, ella más en la cocina, con su abuela y con su madre, Encarna Soliño, que recientemente se jubiló (el día del reportaje se encontraba de viaje). Pilar era la especialista en las planchas, aunque siempre fue un todo terreno, y su madre en las empanadas. Pese al carisma del abuelo, fue el padre de ellas, José Pintos González, "Pepe Simón" el alma del restaurante. Llenaba el espacio donde él estaba, prosiguen sus hijas: "No conozco a nadie que no nos diga: ¡Ay pequeña, que bueno era!". Estudió en la escuela de don Ermindo y después en A Coruña, pero nunca se desligó del negocio hasta que asumió toda la responsabilidad. De hecho se crió como ellas en medio del comedor y de la cocina. Hay clientes, recuerdan Ana y Marta, que dieciséis años después, le siguen recordando. Destacan de él su amabilidad y el trato con la gente. Había clientes a los que llevaba en el balandro a las bateas de ostra y de mejillón que tenía en Aldán para degustarlas allí mismo. Tenía una mesa y cuatro sillas. Era la época más dorada. "En vez de entrar en un restaurante, entras como en tu casa", asegura Ana, que se encarga ahora de la sala. En su memoria están también los filetes de ballena que se traían de Massó, como una delicatessen.

Los famosos. El restaurante siempre fue cita de famosos. Una sola llamada servía, y sigue sirviendo ahora, para poner en marcha una gran estructura de atención hostelera. Hace pocas semanas, un cliente habitual, y muy conocido en España, llamó a Casa Simón, pidió que se la arreglara el atraque para su yate en Cangas y se le reservara una mesa. Así, fue, Ana Pintos solucionó el atraque, a pesar de la falta de infraestructura portuaria en Cangas. Pero son los clientes que sigue teniendo y hacen diferente a Casa Simón. El cantante Julio Iglesias, que veraneaba con su padre en Cangas cuando era niño, fue siempre un habitual y recurría a Pepe Simón cuando cantaba con añoranza a Galicia. La última vez que estuvo, con motivo de un concierto que ofrecía en Pontevedra, llegó pero sin avisar que era él. Alguien de su equipo reservó la mesa. De repente aparcaron en el jardín de la casa cinco coches descapotables y bajó de uno de ellos. Al final de la comida les reconoció que había tardado mucho tiempo en volver y que estaba contento de estar allí. El expresidente Adolfo Suárez también pasó por el local, como Anthony Quinn, en una ocasión que acudió a Vigo a la exposición de cuadros de su hijo,

Los clientes. En el establecimiento siguen funcionando esas llamadas de clientes que, de repente, encargan una gran comida para llevar a Ourense. Entre estos clientes hay muchos emigrantes gallegos en México y que tienen sus casas en la zona de Avión. Ana recuerda el encargo de una comunión que fue fastuosa, con fuegos de artificio, y que se prolongó hasta el día siguiente. Casa Simón también fue en ocasiones lugar de presentación de nuevos coches Citroën. Se organizaban comidas para 200 personas, muchas de ellas procedentes de Francia.

Comida tradicional. La tercera generación de Casa Simón sigue apostando por la línea de la comida tradicional, que siempre marcó al establecimiento. Pepe "Simón" fue además uno de los fundadores de la Asociación de Amigos da Cociña Galega y con Pepe Solla, su presidente, organizaron jornadas fuera de Galicia como en la Expo de Sevilla, Brasil, Argentina y Francia. Era una manera de ver cómo se hacían también las cosas fuera de aquí para aprender lo mejor y dar a conocer también lo propio.