Cinco avicultores mosenses decidieron, hace poco más de tres años, crear una asociación para criar, promocionar y dar a conocer la Gallina de Mos, la única raza autóctona gallega que en aquel momento estaba al borde de la extinción. A día de hoy, en sus incubadoras se almacena más de medio millar de huevos y en sus corrales guardan casi un centenar de gallinas gallegas.

"Nosotros éramos criadores de gallinas y comenzamos con esta raza porque pensábamos que era de aquí, de Mos", explica Miguel Verde, uno de los miembros de la asociación. Y aunque la coincidencia nominal sea más que obvia, esta denominación proviene de la parroquia lucense de San Julián de Mos, en Castro Rei, ya que es de aquí de donde proceden los primeros huevos que se usaron a principios de siglo en un intento pionero por unificar y recuperar la raza gallega.

Hoy, esta asociación mosense retoma el trabajo iniciado hace más de cien años para lograr repoblar nuestras aldeas con una de las razas más particulares de la península, conocida por la calidad de su carne y huevos y por la fisonomía del animal. "Es la única raza española con este tipo de cresta, denominada técnicamente en guisante y caracterizada por ser pequeña y tener tres filas de papilas y puntos", nos explica Eugenio, otro de los criadores.

Estos cinco hombres, que trabajan mano a mano con Avimos, la asociación coordinadora a nivel gallego, se dedican a la cría de pollo y gallina para su venta no sólo a nivel comarcal, ya que sus pedidos provienen de toda España. "Nosotros nos dedicamos sobre todo a la venta de pollos de 21 días, aunque también tenemos aves de seis meses para otro tipo de pedidos" y añaden que "todos y cada uno de ellas, salen con un registro que certifica su autenticidad".

Las ventajas de la raza son diversas. "Más allá de la calidad de la carne, también es importante la forma en la que son criadas, ya que se alimentan de maíz, trigo y de los productos de la huerta, por la que vagan libremente". Además, añaden, "es una gallina que pone muchos huevos durante los tres primeros años y de la que después se puede aprovechar su carne". Y es que más allá de la marca gallega, estos criadores también reivindican la calidad de su producto frente a la mayoría de los pollos que hoy ocupan mercados, corrales y grandes superficies, modificados genéticamente y alimentados y cebados con pienso transgénico.