El álbum entregado en noviembre por los descendientes de Matilde Bares al Concello de Bueu incluye cerca de 400 firmas de exalumnos y vecinos que querían demostrar su afecto por la antigua profesora. La corporación municipal aprobó en la última sesión plenaria incluir ese libro en su inventario de bienes y ahora lo cederá al Museo Massó. El CIM, dentro de sus actividades con motivo del Día Internacional de la Mujer, convocará el próximo 8 de marzo la séptima edición del concurso de relatos de mujer y este año la Gala da Igualdade estará dedicada precisamente a las maestras.

Matilde Bares ejerció la docencia entre finales del siglo XIX y principios del XX en una escuela situada en el barrio de Banda do Río. Pero también ejerció otra labor educativa de gran compromiso social: por las tardes enseñaba a leer, escribir y fundamentos básicos de matemáticas a aquellos vecinos que decidían emigrar al otro lado del Atlántico. El objetivo es que tuviesen una formación mínima para ser capaces de defenderse y salir adelante en su nueva vida. Los que elegían como lugar de emigración Argentina se llevaban además una carta de recomendación para entregarle a su hermano Manuel, un intelectual republicano exiliado en el país sudamericano y que había prosperado. Con esta mediación muchos de esos vecinos lograron colocación y un trabajo.

Esa labor y dedicación le fue reconocida en vida y se le tributaron varios homenajes. Uno fue impulsado precisamente por la Sociedad de Hijos de Bueu en América, que se enteró a través de las páginas de FARO DE VIGO de los actos de tributo que se estaban preparando. En una carta publicada el 17 de septiembre de 1931 y firmada por Miguel Estévez y Miguel Ferradás, reclamaban al Ayuntamiento que nombrase a Matilde Bares hija predilecta de la villa y pedían una calle con su nombre. Proponían cambiar la nomenclatura de la "arteria" de Eduardo Vincenti, "a quien a nuestro juicio nada tiene que agradecer el pueblo", por el de la profesora.

No fue la única misiva."Si se pone uno a recordar salta a la vista que hoy toda la gente de Bueu que anda por el mundo sabiendo donde tiene la mano derecha a ella se lo debe, a ella y a su difunto tío D.Ramón [...]. Si ellos no fueran [sic],hoy sería el día en que la gente de Bueu que más vale estaría en los rudimentos", escribía José Ríos Estévez en una carta publicada por FARO el 4 de febrero de 1932. El homenaje de los emigrantes consistió en la donación de una placa que se colocó el 11 de noviembre de 1932 en su casa de la calle Eduardo Vincenti y que todavía se puede ver hoy con una sencilla inscripción: "Los hijos de Bueu en América a Matilde Bares".

Previamente ya se había formado una comisión ciudadana en el municipio para homenajear a la ya anciana maestra, una agrupación de la que llegó a formar parte el propio Johán Carballeira. Uno de los actos fue una representación teatral a cargo de la Agrupación Madrid, que se desarrolló en el salón Paraíso el 16 de marzo de 1932 y a la que corresponde la fotografía publicada por FARO el 18 de marzo (en el centro de la reproducción anexa). La profesora era una gran aficionada al teatro y fue directora de varios grupos y comparsas. La mencionada función tenía un carácter benéfico y el objetivo era recaudar los fondos necesarios para comprar la placa que se colocaría en la calle a la que se daría el nombre de la maestra.

Uno de los reconocimientos más emotivos fue el de la entrega del álbum en el que firmaron cerca de 400 de sus antiguos alumnos y para costearlo fue necesario solicitar la aportación económica, en función de sus posibilidades, de los interesados. El libro se le entregó el 14 de marzo de 1933, cuando Matilde Bares ya tenía 80 años de edad, y FARO DE VIGO se hizo eco de aquel hecho unos días más tarde. Fue un acto "breve y sencillo" celebrado a las cinco y media de la tarde, "con autoridades y diversas representaciones" y en nombre del "Magisterio" estuvieron los los maestros Félix Sabell y Ramona Cabanillas, que también firmaron en el álbum. Según la crónica, "doña Matilde rogó a la señorita de Cabanillas leyese unas páginas suyas, en donde expresaba sentidamente su largo apostolado y su constante afán en abrir los juveniles cerebros a la luz de los primeros conocimientos prodigando el bien en todo instante como módulo de todos los actos humanos".