Una bola de fuego sobre la ría
La lluvia de Gemínidas, propia de diciembre, pudo ser la causa del bólido visto el martes por la noche en O Morrazo
Cristina G. - Morrazo
La posible piedra cósmica apareció de sorpresa ante los conductores que a las doce de la noche del martes circulaban por el corredor, tal y como asegura un testigo, que vio como la bola de fuego desaparecía tras un montículo en la zona de Meira, en dirección al mar. Fueron centésimas de segundo. Personal del Aeropuerto de Vigo, de guardia esa noche, anotó la aparición en el registro de esa jornada: estrella fugaz con trayectoria vertical, desde el monte Gagán hasta las Islas Cíes, con un tiempo de 4,5 segundos, de caída lenta, no chispeaba, ni dejaba apenas rastro.
El Observatorio de la Universidad de Santiago de Compostela registró en torno a esa hora el paso de dos bólidos o piedras cósmicas en la atmósfera, pero con trayectoria hacia el norte de Galicia. Quizás porque su trayectoria fuera más baja, el equipo del Observatorio compostelano, no registró la de esta zona sur, asegura su director José Ángel Docobo, estudioso de este tipo de meteoroides.
Docobo asegura que los bólidos no son frecuentes, aunque estos días sí están habiendo muchos relacionados con la lluvia de las gemínidas, "de hecho hay un número inusual. El lunes fue espectacular, se llegó hasta el cénit con magnitudes -8, -5 incluso el del lunes era de maginitud -10. Los bólidos tienen que tener una luminosidad semejante al brillo de Venus, lo que técnicamente decimos en astronomía de magnitud -4".
La lluvia de géminidas se produce siempre en diciembre y el nombre está vinculado a su posible procedencia en la constelación de Géminis. Para estos días se había anunciado la posibilidad de ver hasta 120 estrellas fugaces por hora en cualquier parte de la tierra. El origen de las gemínidas no está en la cola de un cometa, como otras estrellas fugaces, sino en un extraño asteroide rocoso, descubierto en 1983 por un satélite de la NASA al que se denominó 3200 Faetón, que esparce escombros polvorientos. Durante el año,tal y como asegura la profesora en la Universidad de Vigo y astrónomoa, Ana Ulla, se producen lluvias de estrellas de diferentes constelaciones: las Leónidas en noviembre; Perséidas en agosto, Oriónidas en octubre, Quadrántidas en enero...
Es muy difícil, tal y como señala el director del Observatorio de Santiago, determinar si un bólido acaba en meteorito en la tierra. Dice que dependiendo de la masa inicial que traiga, puede sobrevivir al paso atmosférico o no, los que tienen una masa importante pueden llegar a tierra en forma de meteoritos, otros caen en el mar.
Sólo en el mundo, dice, hubo doce casos que después de estudiar la trayectoria que llevaba, se pudo recuperar el meteorito. Otra cosa distinta es que aparezcan de forma casual piedras que son meteoritos: "Ver el bólido y después el meteorito, no es tan fácil. Requiere una metodología científica importante".
En España destaca el famoso bólido de Villalbeto de la Peña, que se vio desde Galicia al atardecer y produjo meteoritos en la zona norte de Palencia; y, entre otros, el de Puerto Lápice, en Ciudad Real, en 2007. En Galicia Docobo estudió uno en 1996, el 1 de marzo de 2005 y en noviembre del año pasado, que entró por el mar y se vio de madrugada en la frontera de Galicia y Portugal.
El director del Observatorio aclara que la diferencia entre una estrella fugaz y un bólido está en el tamaño; mientras que la estrella es un grano de arroz que entra en la atmósfera, el bólido "ya es un objeto importante y puede tener una masa de llegar, incluso, a una tonelada". Los objetos que penetran, que se llaman meteoroides, y que producen el bólido pueden llegar a tener hasta un diámetro de 10 metros, a partir de ese tamaño ya serían asteroides. El objeto luminoso es el meteoro y el que se recoge en el suelo es meteorito. Un bólido típico, según Docobo, estaría producido por una piedra cósmica de medio metro de diámetro.
Respecto a la peligrosidad de estos bólidos, Docobo sólo recuerda el suceso de Tunguska, en Siberia (Rusia), en 1908, donde un asteroido o un cometa, no se sabe, de unos 80 metros de diámetro, detonó en el aire y la explosión incendió y derribó árboles en un área de 2.150 kilómetros cuadrados, rompiendo ventanas y haciendo caer a la gente al suelo a 400 kms. de distancia.
La Red Española de Investigación sobre Bólidos y Meteoritos detecta unos 300 bólidos al año, a través de detectores que cubren el 80% de la península ibérica. Pero sólo menos de una docena podría producir meteoritos.
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